Como si de un combate de boxeo entre dos pesos pesados o de dos estrellas de la WWF, por fin llegó la esperada batalla entre el mago más conocido de la gran pantalla (con perdón de Merlín, por supuesto) y de su archienemigo. Tras el final de la primera parte, por fin estaba sentado en la butaca de la sala de cine (repleta hasta el gallinero he de decir) expectante por vivir el final de esta saga. Y como su primera parte, esta segunda fue toda una maravilla. Sí es cierto que se pierde entre escenas de acción y efectos hipnotizantes, que obligan al espectador a permanecer atento, y quizás con la trama no se haya hecho todo el buen trabajo que merecía, pero lo cierto es que al final me resultó un cierre magnífico y apoteósico. De nuevo, los tres protagonistas copan la pantalla dejando poco espacio a los secundarios... bueno, eso sólo hasta mitad de película, en la que comenzamos a descubrir ciertas cosas que no dejan de sorprender a uno (se haya o no leído anteriormente el libro). Por supuesto, las escenas cómicas de otras entregas dejan espacio a auténticas escenas dramáticas, propias de la historia que se pretende contar... aunque claro, la comicidad de ciertos personajes ahí sigue siempre patente (el bueno de Neville, ¡qué grande es!)
Resumiendo (y así enlazando con mi crítica a la primera parte), tenemos: importancia supina de los tres protagonistas, una Hermione mucho más madura, trabajada y atractiva que en anteriores entregas, una carga dramática superior, música y efectos como siempre, notables y apoyando a la historia de forma positiva, y algunos fallos que se repiten de anteriores entregas como el salto injustificado de ciertas escenas del libro (y mira que con dos entregas lo tenía más fácil) o la manía que tienen de no hacer avanzar al personaje de Potter, que siempre parece estancado en "La piedra filosofal". Aún así, por supuesto, ambas partes juntas lelgan de sobra al notable, aunque esta segunda es sensiblemente mejor (a mis ojos) que la primera.