Este es un ejemplo de buen cine épico en una superproducción coreana que relata la hazaña naval bélica más asombrosa de todas las épocas en cualquier parte del planeta: 12 barcos surcoreanos derrotan y ponen en retirada a una flota de 300 naves japonesas, a fines del Siglo XVI, convirtiendo el hecho en la gesta heroica nacional.

Es cierto, hay que acomodarse un poco al modo de interpretación oriental (tan distinto al que estamos acostumbrados) en que los parlamentos son algo así como declamados y, en general, a los gritos en lo que es un modo cultural propio de esos pueblos. Al igual que las expresiones faciales siempre al borde de la sobreactuación tanto para mostrar furia, como alegría, dolor o felicidad. Es una cuestión de hábito y comprensión de la diversidad de escuelas actorales y dramaturgia; y espero que ningún imbécil me acuse de xenófobo.

El guión se estructura muy bien en 2 partes, la primera en la preparación de la estrategia y en el desarrollo de los personajes que deben ser convencidos de la posible victoria, y la segunda que se despacha generosamente con la batalla propiamente dicha. Tal vez la primera hora sea demasiado conversada y bordee en parte el tedio, pero es completamente recompensada por la segunda mitad.

Min-sik Choi es el mismo que interpretó Old Boy (la original) y Lucy, está muy bien y es un remanso de tono medido en medio de la gritería general. Los efectos especiales (especialmente las miniaturas que recrean las turbulencias en el mar) son extraordinarios y construyen escenas de acción muy vigorosas.

La única gran reserva que tengo es el hecho de que debes bancarte una banda sonora estridente y rimbombante de metales, platillos, timbales y redoblantes que está presente casi en el 100% del metraje, pero a pesar de ello recomiendo esta película —que vi de casualidad— y que mucho me entretuvo.