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Uruguay Uruguay · Montevideo
Voto de Atilio:
8
Comedia Un público heterogéneo toma asiento en el circo, impaciente por que empiece el espectáculo. "Monsieur Loyal" da la bienvenida a todos. Acróbatas, payasos y cantantes salen para entretener al público. Sin embargo, el espectáculo acaba demasiado pronto, y dos niños pequeños se dedican a explorar detrás del escenario. (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2020
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Cuando se estrenó esta última obra de Tati no sólo me había parecido floja sino que hasta la recordaba como muy mala. Y también porque hizo este largometraje destinado a la TV sueca debido a que, como todos nosotros, tenía la mala costumbre de comer diariamente y ante la falta absoluta de medios de subsistencia agarró la primera madera que encontró en medio del océano.

¡Cuánta soberbia! ¿Cómo es posible haberme equivocado tanto? Recién décadas luego de su estreno pude entender esta película. Un par de líneas escritas por un co-forista en SubAdictos me hicieron revisar el filme y mi propia opinión. Pero además, la versión restaurada tiene unas leyendas al principio cuyo contenido yo desconocía por completo.

Ya son conocidos los inicios de Jacques Tati como intérprete de la pantomima en el music hall parisino de los años 20 del siglo pasado. Había creado unos cuadros que giraban en torno a su habilidad mímica y en la que agregaba a otros artistas del varieté. El espectáculo fue muy reconocido en la Europa que se recuperaba de la I Guerra Mundial y emprendió varias giras por esas castigadas tierras. Se llamó "Impressions Sportive" y, en un lugar cuya fuente no puedo citar porque quedó escondido en algún oscuro rincón de la memoria, leí que incluso hasta Edith Piaff participó en el show.

Luego de ello comienza su ya conocida incursión en el mundo del cine, primero como actor, luego como guionista y finalmente como realizador supliendo todos los roles.

Según la información que aporta la restauración, cincuenta años después de creado ese espectáculo de cabaret en 1974 (hoy ya se cumplen 95 años de ese inicio) Jacques Tati registra el nombre "Impressions Sportive" y algo así como lo que hoy llamaríamos el “formato” del show al Circo de Estocolmo. Hace, también un acuerdo (vaya a saberse por cuántas míseras coronas, o cualquiera que haya sido la moneda de ese país) con la televisión sueca para filmar el mismo como si fuera la grabación de una actuación en vivo del circo.

Tan fiel a esa idea fue, que en una primera visión de Parade uno realmente cree estar viendo el registro en directo de una muy modesta actuación del circo. Pero en realidad es una cosa muy distinta, cosa que recién hace unos días descubrí.

Parade es nada más y nada menos que otra gran película de Tati. No es una obra maestra, pero sí es una joyita notable.

Lo que parece haber sido un simple registro en vivo de la actuación del circo está absoluta y minuciosamente guionado. Incluso hasta el público asistente es parte protagonista esencial del argumento, y parece evidente que fueron extras que ensayaron exhaustivamente sus papeles. Nuevamente está de manifiesto la habilidad para el manejo de multitudes, de detalles, de elementos sonoros y de su maestría en la pantomima. También, casi escondidos, gran cantidad de gags visuales.

Quien busque aquí asombrosas acrobacias y números circenses espectaculares quedará defraudado. Porque lo que parecen actos sencillos y muy inocentes tienen detrás de su simplicidad una complicada construcción del humor inteligente, de la ironía y de la ternura.

Pondré un ejemplo muy localista (porque es excepcional) que lo entenderán muy bien los argentinos y uruguayos. El malambo es una danza folclórica argentina que requiere mucha destreza por tener un zapateo complejo y virtuoso. Actualmente también se lo acompaña con el uso de boleadoras. En forma esquemática, esta danza ejecutada por varones se caracteriza por la actitud varonil del gaucho, que es acompañada con gestos adustos, de seriedad y con apariencia de enojo. Esta característica es muy curiosa verla también en los niños que practican el malambo, parecen malos, con bronca y nunca una sonrisa. Pues bien, aquí Tati presenta a un trío de argentinos que practican un pequeño número de malambo, con sonrisas desbordantes y con un vestuario y gestos parecidos a los de un grupo musical yanqui de los años 80, Village People. Tan solo un sutil cambio de vestuario y de movimientos corporales para hacer del número un gran chiste, con el debido respeto que Tati siempre ha tenido para con el prójimo.

El amor que Jacques Tati siempre profesó por la gente común, por el pueblo y especialmente por lo niños están una vez más presente aquí. El final coincide con la parte posterior a una función terminada, con la melancolía de las gradas que van quedando vacías y, faltaba más, los niños jugando inocentemente tras bambalinas con el decorado y la utilería.

Parade es el testamente fílmico de un enorme artista que se brindó generosamente al público y, como en la escena final, al niño que cada uno de nosotros lleva adentro.
Atilio
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