“Crematorio” es una serie española, pero que parece gringa, como si fuese de HBO. Quiero decir esto sin el prejuicio positivo que suele tener el comentario, pero tampoco con prejuicio negativo, sólo para constatar un hecho.

La forma de narración, los saltos temporales -del presenta al pasado y del pasado al presente, sin cambios evidentes (no gasta tiempo de hacer esa chulería de poner el pasado en blanco y negro u otro efecto que constate el tiempo de la narrativa)-, la forma de desarrollo de los personajes, etc, todo muy HBO. Quizás demasiado, perdiendo el encanto de la imperfección latino.

En los 8 capítulos de la serie, nos hundimos en la miseria de todos los personajes que desfilan frente a la pantalla, todos de vidas miserables, con algún grado de poder (algunos más –el principal Rubén Bertomeu- y otros menos, incluso algunos con cuotas miserables de poder, pero que igual te la hacen sentir) pero vidas putrefactas. La historia nos va mostrando la caída del poderoso, el hombre más poderoso de la zona se desploma.

Personajes bien construidos, diálogos cuidadosamente elaborados, producción muy profesional, etc, todo muy perfecto para una serie que sin duda me hubiese gustado que me generará mayor seducción. Si bien la valoro, me gusto, me entretuvo, no me logro encantar del todo. Nunca se me volvió adictiva. Quizás demasiado gringa.

Las actuaciones son bastante buenas, Pepe Sancho le da vida a un personaje bien logrado; un constructor que ha hecho fortuna aliándose con políticos, mafias y chantajeando al primero que pasara por su lado. Sobre él se construye la historia. Me gusto el papel de Juana Acosta.

En fin, véala, no se arrepentirá.