La última entrega de las colaboraciones entre Ernesto Díaz Espinoza y Marko Zaror (tras Kiltro y Mirageman) es lejos la más “profesionalizada” en el sentido de que se nota una fotografía, una cámara, un rodaje, etc mucho menos austero, evidentemente cuenta con más recursos y mayor producción. Pero no es la mejor, de hecho, la considero varios peldaños atrás de Mirageman.

La película carece de magia, ese juego de relato como si fuese un comic (revista de ilustraciones), mitad en serio, mitad caricaturesco, donde las acciones nunca son realmente dramáticas, sino que son parte de una caricatura, nunca toma mística y nunca convence del todo. Es como una versión híper barata de Kill Bill. La historia es realmente sencilla, demasiado, excesivamente, el guion no va más allá de lo que podría ser un capítulo de dibujos animados para niños de cualquier héroe de caricaturas.

La actuación de Marko Zaror, como siempre, es realmente mala, pero horrible. No cabe otro calificativo. Todo lo que es ser inexpresivo, y hacer imposible de creer la seducción del galán a la damisela. Las frases de galantería en boca de Marko Zaror son repulsivas, realmente imposible de creer que la sedujo.

Lo más rescatable de la película es Celine Reymond, quien está en su mejor momento.
Las actuaciones de los consagrados Alejandro Castillo y Luis Alarcón quedan 100% al debe, al parecer ni los actores se la tomaron en serio ante tan pobre argumento.