La historia no cuaja, el director nunca define hacia donde quiere que vaya la película. Por un lado, la intención de transportarnos a un mundo decrépito, una especie de anhelo de llevarnos al Valparaíso bohemio. Por otro lado, la intención de conmovernos con un drama familiar que simplemente no conmueve. Historias que intentan generar algo en el espectador, todos los personajes con matrimonios destruidos, historias frustradas y fracasos, pero simplemente no emocionan.

Los personajes simplemente decepcionan, mal desarrollados en el argumento, pero también mal actuados. La única actuación aceptable es la Gloria Münchmeyer en un papel secundario. El resto de las actuaciones son demasiado planas, pobres es poco decir.

Así la historia deambula, no cuaja y aburre.

La historia: un enfermo terminal que tiene una última ilusión: morir junto a sus hijos y su ex mujer, madre de sus hijos, el amor de su vida. Además de morir rodeado de sus cercanos tiene una lista de planes pendientes (todos inconexos con lo anterior, mostrando la profunda falta de convicción de la película): emborracharse, contemplar Valparaíso de noche, ir a un prostíbulo y sentir la brisa del mar.

Y repito, nada cuaja, todo parece forzado y la historia simplemente es una mala anécdota que rápidamente será olvidada por el espectador.