Me ha costado horrores decidir la nota de valoración para esta película, influenciado por la nota general, por las críticas negativas, y por el simple hecho de ser film español. En ocasiones, somos excesivamente exigentes con nuestro cine, olvidando también en ocasiones, la escasez de medios y el negro panorama en las salas que sufre la cinemacoteca patria.
Yo la he visto dos veces. Y la vi de nuevo porque la primera vez me dejó una impresión excesivamente dura, como si me hubiera metido en la boca un puñado de tierra. En el segundo pase se me volvió a llenar el paladar de ese sabor terroso y acre, pero con ligeras trazas de ternura y compasión. Y es que la película está bien hecha, y la historia narrada en su ritmo adecuado, con un montaje fiel reflejo de las sensaciones de los personajes. El desbarajuste mental, la confusión de sentimientos, la derrota personal, la perversión, la inmoralidad y el desarraigo a que conducen una disoluta vida y unos insanos hábitos, fruto todo ello de una débil mirada de futuro, de unas descimentadas metas, propio todo ello de la frustrante y frustada Generación X.
La película, además del mal sabor de boca, ha devuelto a mi memoria, casi como una nueva vivencia, los recuerdos de noches absurdas y viciadas, de amaneceres aplastantes y asesinos, y de mudas y desmoralizadas compañías. Y no ha sido agradable revivir eso, pero hay que reconocerle ese mérito al film. Las interpretaciones son buenísimas, y la puesta en escena bastante acertada. La banda sonora acertadísima y providencial, aunque nada original.
Ojalá no hubiera nadie para contar historias así, pero desgraciadamente los hay y son legion. Pero el Sr. Rodriguez ha tenido la oportunidad de llevarla al cine y de transformarla en poema, un poema muy triste, pero poesía, al fin y al cabo.