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Voto de antonalva:
7
Drama Singapur, 1997: Los Lim son una familia acomodada de tres miembros – marido, mujer e hijo – que recibe a Teresa (Angeli Bayani), una mujer filipina que ha venido a la metrópolis a servir, al igual que muchas otras compartriotas suyas en busca de una vida mejor. Toda la familia tiene que adaptarse a la presencia de esta extranjera, que altera aún más su relación ya tensa. Sin embargo, Teresa y Jiale (Koh Jia Ler), el problemático chico ... [+]
13 de julio de 2015
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Singapur, años noventa… Asistimos al pormenorizado retrato detallado de una familia de apenas tres miembros y en espera del cuarto. Es una época de inminente crisis que quizás nos resulte ajena o desconocida, pero en la que con facilidad nos vemos reflejados. Asistimos a despidos en cadena, sin contemplaciones ni medida y que afectan a todos, incluso a la clase media que se creía inmune a los avatares financieros por su educación, formación y aptitudes. Nadie está a salvo y nada es seguro, sólo triunfan la incertidumbre y la contrariedad.

Antes de la avalancha fatal, esta familia paradigmática – con su distanciamiento conyugal, con un hijo díscolo y desconsiderado, con su necesidad de aparentar ante familiares, con su necedad de creerse salvaguardados – contrata a una mucama filipina para que ayude a la madre en sus tareas domésticas. Una discreta y tímida figurita sometida a la desconsideración de la madre, al escarnio del hijo, a la indiferencia del padre… y, sin embargo, ella consigue con su paciente labor de hormiga hacendosa remendar las fisuras del andamiaje, corregir con perseverancia estoica los desplantes del hijo – mientas añora, impotente, desde la distancia al hijo de doce meses que ha dejado atrás a cargo de su hermana.

Hay mucho amor y comprensión hacia todos sus personajes por parte del director y guionista. Su atenta mirada captura los mínimos gestos que nos hacen comprender que tras la placidez hay un volcán insepulto de emociones, que tras la cotidianeidad está el secreto de toda existencia, que todos tenemos nuestras razones, nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestros desfallecimientos, pero que basta con dejar un hueco a la posibilidad de enmienda para que algo mejore, para que todos nos demos la oportunidad de redimirnos. Su cálida observación del microcosmos familiar – que no juzga sino que expone, que no condena sino que acerca, que no anatemiza sino que penetra – convierte una anécdota mínima en un documento valioso y perdurable.

La modestia y sensibilidad de esta cinta juegan a su favor. Vive para y por los pequeños quehaceres cotidianos, ninguna alharaca, nada de brillo ni joyas, un coche desvencijado a punto de ser desguazado, unas inversiones ruinosas, un piso gris y agobiante donde no caben las pretensiones de grandeza de la máter familia ni las mentiras del páter familia, ni el descaro ramplón y picajoso del hijo. Sólo la menuda asistenta filipina parece encontrar cobijo, con su estampita del sagrado corazón de Jesús y su humilde necesidad de trabajar por dinero. Y ella lo ilumina todo.
antonalva
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