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Voto de antonalva:
7
Drama Maud Dowley (Sally Hawkins) es una mujer alegre de Nueva Escocia que sueña con independizarse de su protectora familia. Everett Lewis (Ethan Hawke) es un huraño pescador local que busca asistenta. Tras ver su anuncio, Maudie no tarda en mudarse a casa de Everett para encargarse de las tareas del hogar. Pero lo que comienza siendo una difícil convivencia entre dos polos opuestos poco a poco irá transformándose en una historia de amor... ... [+]
24 de junio de 2017
81 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero ¿quién fue Maud Lewis (1903-1970)? Estamos ante una biografía – suavizada y azucarada, se supone – de una mujer muy pobre e impedida desde su juventud por a una artritis reumatoide. Su mísera y aislada vida, como la de tantas mujeres desfavorecidas de aquella época, fue una sucesión de abusos, manipulaciones y desengaños, pero que encontró en la pintura naif o folk su forma de canalizar sus innatas dotes creativas que la sirvieron de válvula de escape de su esquinada existencia pueblerina y mutilada. Cuando parecía que estaba predestinada a acabar como solterona baldada y pertinaz, se casó con un rudo y hosco pescador (educado en un hospicio de huérfanos), tan pobre como ella, en cuya minúscula casa fue a hacer labores de sirvienta para poder así soltar amarras de una familia que la maltrató con su desconsideración y desprecio.

Tampoco ese matrimonio fue un camino de rosas, ya que la tosquedad y aspereza del marido no dejaba demasiado margen para la ternura ni el respeto. Pero alguna llama debió de prender entre esas dos almas en pena, retraídas y quejumbrosas, porque supieron acompañarse en su dolor y soledad, dejando cierto margen para que ella, además de las labores del hogar y pese a su progresiva discapacidad, pudiera dar cabida a su necesidad de pintar – de forma del todo autodidacta y primitiva – pequeñas estampitas bucólicas con las que se sacaba unos mínimos céntimos primero, unos pocos dólares después que ayudaban a mitigar sus estrecheces económicas. No es una película romántica al uso, ni un canto a la diferencia, sino el retrato de una mujer sensible y vapuleada que encauzó sus dificultades gracias a una expresividad artística sin ínfulas ni grandilocuencias hacia la sencillez más inmediata que la rodeaba.

En este caso, es absurdo y estéril tratar de separar realidad y ficción. Pero sin ser una experiencia gozosa, la cinta nos ofrece un atisbo de la cotidianeidad más prosaica e insulsa de dos personas casi marginales que supieron acompañarse durante unas fértiles décadas de cariño y compenetración. Su ritmo moroso y manso no hace sino reflejar la sucesión de unos días frugales y unas jornadas sin sobresaltos que ensalzan la dignidad intrínseca de todo ser humano, más allá de su pobreza o riqueza, reivindicando la compasión fundamental hacia todos tus semejantes. Somos únicos y dignos de respeto, con independencia de nuestros atributos o fortuna. El sino de la vida es el gozo cristalino del momento presente.

Es de justicia alabar la portentosa interpretación de Sally Hawkins, que hace una creación memorable, bordeando el patetismo sin caer en él, sorteando el tono sensiblero gracias a su tenacidad y empaque que compagina, a un tiempo, fuerza y fragilidad. Arrolladora.
antonalva
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