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Voto de antonalva:
6
Intriga. Drama En 1947, Holmes vive retirado en una remota granja de Sussex con un ama de llaves y el hijo de ésta. Cumplidos los 93 años, su memoria y su capacidad intelectual empiezan a deteriorarse. Su rutinaria vida se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario y a la lucha contra su pérdida de facultades. De repente, se le presenta un caso desconocido hasta el momento. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2015
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada tan desolador como fracasar, sentirse herido en el amor propio y sucumbir al desánimo correoso y feroz de haber fallado a un semejante que necesita ayuda y no haber sabido dársela. Una cosa es la aparente lógica de los hechos y otra diferente el componente humano que conlleva toda interrelación con tus semejantes – y no todos estamos preparados o sabemos calibrar el impacto que nuestras palabras o nuestras acciones u omisiones pueden tener sobre ellos. A veces, la soberbia de creerse infalible o intelectualmente superior, nos hace ser crueles por insensibilidad o ceguera, al creernos en posesión de la verdad absoluta y, sin saberlo, estamos abocados al descalabro irreversible.

Esta irregular cinta británica ofrece tras su cuidada estética – que combina la nostalgia, la angustia de la memoria (y de su pérdida), el trapicheo entre realidad y ficción – un agudo retrato sobre el aprendizaje, que no es privativo de los niños o de los jóvenes, sino del que somos capaces a cualquier edad y en cualquier momento, aunque seas un nonagenario en el tramo final de tu existencia. Se entrecruzan varias narraciones, todas ellas entreveradas, que se desarrollan en diferentes momentos pero que contribuyen al discurso global de la cinta. Aprender de los errores para volvernos más humanos, más compasivos, más dichosos.

Para ello se sirve de un personaje tan trillado como fascinante – Sherlock Holmes – en el ocaso de su vida. Es una ficción construida sobre otra ficción, como un delicado juego de espejos, donde se reflexiona sobre cómo nos construimos nuestro propio personaje y cómo nos lo construyen los demás, hasta que al final no sabemos si somos quien creemos ser o simplemente estamos interpretando la fantasía que se espera de nosotros. Rectificar es de sabios y las segundas oportunidades, a veces, tienen la virtud de redimirnos, porque si bien no podemos reescribir nuestro pasado al menos podemos convertirnos en dueños de nuestro presente.

La cinta contiene algunos momentos excepcionales donde da de lleno en la ambiciosa diana que se traza, pero adolece de un ritmo desigual, de una trama quizás demasiado banal y tenue para servir a tan sesudas reflexiones, lo cual desluce el conjunto. Pero cuando acierta, nos subyaga y convence. Al éxito final contribuyen tanto la magnética presencia de Ian McKellen en una de sus más primorosas interpretaciones, como la evocadora y melancólica música de Carter Burwell, que sirve de frondoso tapiz sonoro sobre el que se despliegan las flaquezas, remordimientos y desventuras que se retratan. Imperfecta pero recomendable.
antonalva
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