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Voto de antonalva:
6
Thriller. Drama Carlitos es un joven de diecisiete años con fama de estrella de cine, rizos rubios y cara de bebé. Ya en su primera adolescencia manifestó su verdadera vocación: ser un ladrón. Cuando conoce a Ramón en su nueva escuela, Carlitos se siente inmediatamente atraído por él y quiere llamar su atención. Juntos se embarcarán en un viaje de descubrimientos, amor y crimen. Debido a su apariencia angelical, la prensa llama a Carlitos "El ángel de ... [+]
17 de noviembre de 2018
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basarse en hechos reales – y ser fieles a las peripecias originales – no garantiza que se alcance un plus de veracidad o de inspiración sobre lo que se nos cuenta. Aquí podemos admirar la laboriosa y eficaz reconstrucción de una época, la excéntrica recreación de un microcosmos familiar tan esperpéntico como tóxico, pero adolece, en mi opinión, de un error básico que perjudica los logros del proyecto y diluye su impacto: la elección de un actor protagonista sin carisma ni gancho que convierte en incomprensible y arbitrario el rocambolesco recorrido de la narración. Quizás Lorenzo Ferro se parezca, en cuanto al físico, al originario belcebú que trata de encarnar, pero carece de cualquier seducción mefistofélica o de un íntimo atractivo aciago que permita intuir el don maligno que su antecesor pudo haber albergado. Y eso es un yerro fundamental para su triunfo.

Tomar como eje del relato a un criminal desalmado pudiera parecer que garantiza el éxito inmediato, tan subyugados como estamos ahora en seguir las peripecias funestas de cualquier vistoso personaje, mientras más extremo y malvado tanto más embaucador. Pero amontonar robos, crímenes, magnicidios y desengaños acaba resultando un estéril ejercicio de narcisismo si no se propone, además, una mirada lúcida o reflexiva sobre lo que se nos está mostrando. Los luctuosos sucesos se van encadenando con vertiginosa y sanguinolenta urgencia, pero se elige prescindir de cualquier atisbo de lucidez o reflexión sobre las posibles circunstancias o motivaciones que pudieron propiciar semejantes hechos, quedándose siempre en una opaca y anodina epidermis, sin ofrecer nada más que un mero inventario de delitos y atropellos, una galería truculenta del disparate.

La dirección de Luis Ortega es seca y contundente, sacándole partido a los escenarios donde se desarrolla la acción y mimando a los actores que componen el escabroso elenco de la función. Sin embargo, su guion, firmado junto con Sergio Olguín y Rodolfo Palacios, resulta lo menos satisfactorio del conjunto, ya que se reduce a encadenar los acontecimientos sin con ello lograr trascender el punto de partida, quedándose en una chata y monocorde sucesión de fechorías, violencias y lujurias, casi siempre impactantes en su temeraria inmediatez y necedad, pero ayuna de cualquier deseo de profundidad o análisis. Todo fluye con presteza, nos desasosiega y entretiene, pero sentimos que algo falta para seducirnos por completo, quedándonos con ganas de saber más y tener un mejor entendimiento de los bacanales de muerte y desolación que presenciamos. La locura puede ser fascinante y misteriosa, pero el conjunto se resquebraja ante la indiferencia de una mirada demasiado indulgente.

Pese a la molesta salvedad de su protagonista, los demás actores están muy ajustados en sus respectivos cometidos, mereciéndose destacar a Chino Darín, Daniel Fanego y Mercedes Morán. Interesante, aunque insatisfactoria.
antonalva
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