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Voto de antonalva:
7
Drama A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).
18 de marzo de 2019
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El refranero español nos recuerda: ‘nunca es tarde si la dicha es buena’. Y este parece ser el tema central de esta cinta crepuscular con la que nos obsequia un ya casi bíblico – en el mejor y más agradecido de los sentidos – Clint Eastwood. Cuando estás de vuelta de todo y echas la vista atrás te das cuenta de que quizás deberías hacer algo para enmendar los errores del pasado y reconciliarte con la vida y con las personas que te han querido a lo largo de tu zigzagueante deambular terrenal … antes de que pudiera llegar a ser demasiado tarde o del todo inútil emprender semejante filigrana o labor de orfebrería. Porque los únicos lamentos que nos llevaremos a nuestra tumba serán nuestros errores, nuestras omisiones, nuestra incapacidad de enmendar yerros o enderezar entuertos. No haberlo ni tan siquiera intentado sería nuestro merecido infierno.

Quizá se le pudiera reprochar a esta cinta que sea demasiado lineal, monocorde, previsible e inocente. Quizás. Pero la verdad es que, pese a la mínima trama, el obstinado desaliento y repetición de los caminos transitados, a la reducida tensión dramática del metraje, al hieratismo perseverante de su protagonista, a los lacónicos y manidos diálogos que producen hasta cierto sonrojo y a la turbulencia familiar que de puro tópica y resobada casi resulta una afrenta al espectador… pese a todo los pesares que pudiera yo ahora enumerar – y seguro que se me olvida alguno en el arbitrario listado precedente – la verdad es que la trama funciona, la historia nos llega y el clímax se alcanza como por embeleso o arte de birlibirloque: las piezas del moroso y tenaz rompecabezas encuentran su atinado acomodo y hasta nos dejamos conmover y emocionar por un desenlace que no por presentido – y casi inevitable – deja de estar bien construido y astutamente interpretado. Son las prerrogativas del pícaro perro añoso que encuentra en la facilidad su anhelada felicidad.

Algunos repiten que estamos ante la despedida de Clint Eastwood como actor: a punto de consumar los 89 años de vida, este siempre postergado y nunca del todo consumado adiós parece más una obviedad física que no una voluntariedad anímica … pero siempre nos ha sorprendido este artero humanista del séptimo arte, con su infatigable rosario de grandes obras desde hace más de sesenta años, tanto delante como detrás de la cámara (e incluso simultaneando cometidos). Pero ¿qué mejor que el relato redentor de un antihéroe que consigue ser perdonado y reconciliarse con sus seres queridos para cerrar su calvario íntimo y completar su ansiada salvación?

Y a buen seguro que este parsimonioso broche de oro pudiera haber sido algo mejor, pero que tal y como está, hace justicia a su dilatadísima carrera.
antonalva
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