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Voto de antonalva:
7
Drama En 1957, doce años después de la II Guerra Mundial (1939-1945) y del fin del Tercer Reich, el Fiscal General Fritz Bauer se comprome a detener a los criminales nazis. El hecho decisivo es la localización del Adolf Eichmann, miembro clave de las SS. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2016
50 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién conoce a Fritz Bauer? Sin embargo, casi nadie debería de ignorar quién fue y qué hizo el nazi Adolf Eichmann. Sobre éste último, la filósofa y politóloga Hannah Arendt redactó una crónica del ponzoñoso “proceso Eichmann” donde acuñó su famosa expresión – que hizo fortuna y ha quedado para la posteridad – de la ‘banalidad del mal’, para referirse al funesto horror de los miles de mediocres y eficientes funcionarios que contribuyeron a perfeccionar la maquinaria de matar que acabó siendo el siniestro sistema de campos de exterminio ideado con el fin de liquidar de forma eficaz a cuantos más judíos mejor.

Pero estoy divagando y perdiendo el foco. Todo aquel proceso tuvo lugar en 1961 y ahora nos encontramos casi un lustro antes, en la Alemania Federal aún en consolidación, cuando se dudaba incluso de que Eichmann estuviera vivo y de estarlo, se desconocía dónde poderle prender. Aunque –ahora lo sabemos – hubiera encontrado su amable refugio, asilo y amparo (como tantos otros nazis) bajo la frondosa sombra del ominoso peronismo argentino. Pero saltar en el tiempo es perder de vista lo esencial: estamos ante el pormenorizado retrato de un afanoso fiscal general del estado de Hessen (RFA) que se había propuesto como una prioridad al regresar a su amada Alemania, en llevar ante la justicia, por sus propios compatriotas, a algunos de los máximos criminales nazis que permanecían huidos e ilocalizables. Admirable esfuerzo que encontraba reticencias pasivas, resistencias activas y suspicacias infranqueables en una sociedad que aún se lamía sus purulentas heridas de guerra.

Es el retrato y relato de un hombre justo, sabio, de un buen hombre que supo nadar contracorriente y mantener su rumbo, su constancia, su esfuerzo en un empeño ingrato y que iba contra la facilidad viral de olvidar, superar y perdonar aquellos atroces años y aquellos inconcebibles crímenes que aniquilaron a millones de individuos y casi finiquitó la fértil presencia judía en Europa. Es el contraste, el contrapunto fecundo a la banalidad del mal, es la eficiencia germánica al servicio del provecho comunitario, del bienestar social, de la salud espiritual, de la expiación de una culpa abominable que sólo se sana con arrepentimiento y dolor sincero. Lo simbólico es a veces imprescindible cuando se quiere hacer justicia: Alemania persiguiendo y condenando a alemanes, ese era el camino.

Película seca, con algún error de reparto, descuidada visualmente y algo torpe en ciertos recovecos de su trama, sin embargo acierta en lo esencial: el valor moral de persistir en lo que es justo y necesario y hacerlo de frente, con valentía, pasión y convicción. Un acierto.
antonalva
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