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Voto de antonalva:
9
Thriller. Drama Michèle, exitosa ejecutiva de una empresa de videojuegos, busca venganza tras ser violada por un desconocido en su propia casa.
9 de octubre de 2016
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El alma humana es incoherente y paradójica. Y si además hablamos de sexo, ¿dónde y cómo trazar la frontera entre patología y salubridad? Pocas veces he asistido a semejante acopio de estímulos contradictorios como en esta cinta provocadora y singular, que zarandea al espectador sin piedad ni tregua, que platea interrogantes sin respuestas unívocas y deja aturdido y sin aliento tanto durante la proyección como una vez finalizada la misma. Estamos ante una diatriba chulesca y desafiante, llena de tóxica opacidad, repleta de desafíos, ahíta de sexualidad desmesurada, de criminalidad subversiva, de bofetadas a diestro y siniestro. Es utópico permanecer indiferente ante semejante cúmulo de pulsiones.

Quien necesite ver películas diáfanas y luminosas, hará bien en evitar esta propuesta. Le sería imposible aceptar – o tan siquiera visionar – esta suma de impulsos torturados y extremos, astrosos y disparatados que nos dibuja los contornos de un rostro en el que es casi inviable reconocerse… Y sin embargo, se trata de una obra que manifiesta tanto la cotidianeidad del mal como la otra cara de la moneda, la sordidez del bien. O quizás sea todo lo contrario. No caben respuestas inequívocas o concluyentes ante interrogantes ambiguos que apelan a la negación de las lindes entre lo admisible y lo censurable, entre lo razonable y lo improcedente. Se nos antoja intolerable todo aquello que nos es ajeno o que nos rompe nuestro apacible y sosegado esquema del mundo.

Es absurdo resumir la trama, es un esfuerzo baladí y estéril. Porque su grandeza reside en que desbarata toda convención y aniquila cualquier pretensión por seguir un camino claro y predecible. Tal vez estemos ante una historia de venganza o tal vez es el relato de una víctima que se niega a verse como un juguete roto; tal vez es el recuento de la sombra y admonición del pasado y del caos emocional que abren sin remordimiento ni expiación; o tal vez es un catálogo de aberraciones y sinsentidos a que nos condena no cerrar los duelos pendientes ni aceptar nuestra frágil biografía. O quizá es una metáfora sobre el crecimiento personal ante el infortunio o cómo muchas veces se confunden los roles de juez y víctima cuando estamos enfangados en mitad de la faena.

Nadie mejor que Isabelle Huppert para dar vida a este atormentado y tormentoso personaje, llena de dobleces y rabia, marcada por una derrota primigenia (¿un abuso o una traición?) y sin embargo paradigma del aparente éxito mundano. Ella revela los claroscuros del alma y pervive como enigma indescifrable. Su entrega y su reserva subvierten cualquier juicio y cuestionan cualquier deducción. El laberinto del deseo hecho carne.
antonalva
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