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Voto de antonalva:
6
Drama. Comedia Neïla Salah es una joven del extrarradio parisino que sueña con ser abogada. Se ha matriculado en la facultad de Derecho más importante de París, pero el primer día de clase tiene un enfrentamiento con Pierre Mazard, un profesor algo conflictivo. Para redimirse, el profesor propone a Neïla ayudarla a preparar una importante prueba a nivel nacional. Aunque cínico y exigente, Pierre sería la ayuda ideal que Neïla está necesitando pero ... [+]
5 de mayo de 2018
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La oratoria – el arte de hablar con elocuencia, según la RAE – tiene, de forma injusta, mala fama. Se la asocia con el engaño, con la mentira, con la seducción o con el enredo. Y es una percepción inmerecida, porque en realidad se trata de la habilidad de practicar la fluidez retórica, es decir, de ejercitarse en la difícil maestría de aprender a expresar de forma persuasiva lo que se piensa o se siente, sin dejar resquicios para la duda, tratando de ser lo más claros y concisos que sea posible, evitando andarse por las ramas o perderse en divagaciones innecesarias. Pero se asocia con las prácticas habituales que utilizan políticos y embaucadores, en vez de darnos cuenta que a todos nosotros nos sería más útil y provechoso saber formular en pocas y certeras palabras lo que queremos decir.

En un mundo ideal, sería un medio para conectar, en armonía, nuestros actos con nuestra intención y con nuestro discurso, tal y como refleja la cita de Mahatma Gandhi que he elegido como título de esta reseña. Por lo tanto, nada que objetar. Pero como toda disciplina que se puede enseñar y aprender, puede utilizarse, una vez dominada, con sabiduría (para alcanzar un buen propósito) o arteramente (para vencer y embaucar a un contrincante). Y esta contradicción es la que muestra la cinta francesa que nos ocupa: cuando lo único que parece que cuenta es derrotar al adversario a través de las palabras, con desprecio de su significado y contenido, sin tener en cuenta la veracidad o falsedad de los enunciados que se defienden.

Estamos ante una película demasiado tibia, complaciente, blanda y simplista, que más que una reflexión sobre la oratoria es un mero entretenimiento que confronta a dos individuos: una estudiante de los arrabales parisinos, nacida en Francia pero de origen magrebí, y a un reputado profesor de pura cepa francesa. La una tiene toda su vida por delante y quiere ser abogada, el otro deambula sin ilusión ni consistencia en el ocaso de una existencia fallida que nos muestra su hundimiento emocional. Dos personajes antitéticos y, en apariencia, irreconciliables, que se encuentran por azar y se vinculan por una necesidad engañosa, donde la claridad, honestidad y franqueza brillan por su ausencia.

Sólo el buen hacer interpretativo de sus dos actores principales – Daniel Auteuil y Camélia Jordana – nos hace no tener en cuenta y olvidar la falacia afectada y teatrera del arranque de la historia. Si fuéramos críticos, la propuesta sería insostenible por la cantidad de almíbar que supura, pero por una vez las buenas intenciones de fondo nos permiten excusar, parcialmente, su exceso de sacarina.
antonalva
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