Haz click aquí para copiar la URL
Voto de antonalva:
8
Drama. Romance En 1981, el actor británico Peter Turner (Jamie Bell) recibe una llamada inesperada: su ex amante, la oscarizada actriz Gloria Grahame (Annette Bening), ha sufrido un colapso en un hotel de Lancaster. Como ella se niega a ser atendida por los médicos, a él no le queda más remedio que ir a buscarla para llevársela a su humilde casa familiar, en Liverpool. Allí, mientras cuida de ella, revivirá todo lo que les unió durante años, y también ... [+]
22 de mayo de 2018
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién recuerda hoy a Gloria Grahame (1923-1981)? Para mí permanece en el olimpo de mis más estimados recuerdos cinéfilos su estremecedora muerte en ‘Los sobornados’ (1953) de Fritz Lang, cuando arropa su desfigurada cara con su abrigo de pieles para cubrir la afrenta de su inmerecido castigo y así abandonar este mundo envuelta en el brillo de un pasado que la alumbró y condenó por igual. Y no es la única imagen que guardo de ella, quizás una actriz secundaria no demasiado rutilante ni afamada, pero con un sinnúmero de excelentes interpretaciones en memorables películas del Hollywood de la época dorada. Y ahora guardaré como un tesoro la magnífica recreación que de ella realiza una deslumbrante Annette Bening en la cinta que nos ocupa.

Quizás podría haberse titulado esta película – o incluso esta misma reseña – ‘Cautivos del amor’, parafraseando así el nombre de la obra por la que consiguió su único y merecidísimo Oscar, pero centrándonos en lo que hay, podemos aventurar que se trata de un melodrama a la antigua usanza, donde prevalece la ‘Imitación a la vida’ sobre la realidad misma, por aprovechar otro célebre referente cinematográfico. La utilización de cantosos decorados falsarios – que son un entrañable homenaje al cine clásico de transparencias y cartón piedra – añade un punto de nostalgia y melancolía a esta arrebatada tragedia amorosa que bascula entre el anhelo y la amnesia. La sombra del pasado lo tiñe todo de desencanto, de evocación y de ternura, con un punto agridulce que nos hace perdonar sus mínimas imperfecciones y agradecer que se acometa, en un mundo cegado por la modernidad, un proyecto tan delicado como primoroso.

Adoptando el punto de vista del último amor de Gloria Grahame – el desconocido actor y escritor Peter Turner (1952-) – se nos narra, con frecuentes saltos en el tiempo, los últimos años de una defenestrada estrella de cine en el crepúsculo de su ocaso. Quizás nada nuevo, pero realizado con tanto cariño, respeto y sutileza que conmueve y convence por su extrema simplicidad y economía de recursos, utilizados siempre con creatividad y eficacia, señalando así que lo importante es tener una buena historia y unos buenos intérpretes para elaborar y recrear un relato lleno de respeto, piedad y compasión por unos personajes que ni son virtuosos ni son culpables, sino que son simplemente de carne y hueso y en los que nos podemos ver reflejados a poco que seamos indulgentes y no adolezcamos de un atisbo de sensibilidad.

Además, la química existente entre Jamie Bell y Annette Bening – ambos soberbios – nos agasaja con una de las historias de amor más nobles y emotivas de los últimos tiempos.
antonalva
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow