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Voto de antonalva:
7
Drama Basada en hechos reales. Philomena Lee, una adolescente irlandesa que vivía en un internado de monjas, se quedó embarazada y se vio obligada a dar a su hijo en adopción. Cincuenta años después, decide contárselo a su hija y se pone en contacto con un periodista de la BBC para que le ayude a contar su historia y a encontrar a su hijo. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2014
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces se confunde buena labor social con mojigatería e intransigencia, integrismo moral (casi siempre sexual) con virtud excelsa, obsesión por creer saber lo que les conviene a los demás en vez de practicar la caridad cristiana (ayudar sin juzgar, apoyar sin censurar, acompañar sin sermonear). Los años cincuenta fueron una época aún dura y difícil para las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio – y los países católicos, con su simplista obsesión talibán por la castidad y la abstinencia a cualquier precio, su censura de todo goce y toda alegría sensual o sexual, han deformado y tergiversado la percepción de la belleza de la vida y uno de sus más preciados frutos: la maternidad.

Esta entrañable película británica bucea en las consecuencias de unos actos de principios de los años cincuenta y de las consecuencias y ramificaciones que tuvo durante más de cincuenta años en su atribulada, adorable, incombustible y bondadosa protagonista. La añoranza, la nostalgia, la desazón, cuando llega la vejez y sentimos que tenemos que enderezar algún traspiés que hubiéramos acometido en nuestra vida (traspiés que no se refiere a haber sido madre soltera, sino a haberlo ocultado como si fuera un estigma inapropiado y lacerante). Una búsqueda y reconstrucción pormenorizada y paciente, abocada a la incertidumbre y la melancolía, la tristeza o el desánimo. Todo camino que se emprende puede tener un desenlace imprevisto y riesgoso.

Quizás el guión sea algo lánguido y timorato, con demasiada presencia de un Steve Coogan (no en vano es también productor y guionista) dando vida a un personaje algo cargante en su malhumorada vanidad (tanta supremacía intelectual le hace perder de vista al ser humano), hurtando casi toda sutileza y diezmando la profundidad del relato, optando por la soflama simplista en vez de ahondar en las contradicciones del individuo, donde bondad y maldad van de la mano y se decanta según el momento y la casualidad.

Pero ahí surge la inconmensurable Judi Dench, en una de sus más memorables creaciones, donde su bondad, su capacidad de perdón, su remordimiento vital, su desazón existencial encuentran el mejor de los talentos y el más excelso de los talantes para convertir en inolvidable lo que no deja de ser el relato de una mujer sencilla, adorable y adicta a los culebrones, que deja un indeleble sabor a conocido y reconocible y que te acompaña más allá de la proyección. Ella merece la pena y justifica la película toda. Sin ella no pasaría de discreta obrilla llena de buenas intenciones, con ella alcanza categoría de testimonio perdurable.
antonalva
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