Hace poco se estrenó una gran película británica sobre las dificultades de encontrar el amor en una pareja gay, las dudas, los temores, la pasión, el miedo, la incertidumbre y el desencanto: “Weekend” (2011) de Andrew Haigh. Pero lo que en esta película británica era arrojo, destreza, riesgo, búsqueda, dificultad, pasión e ilusión, en esta bisutería de estraperlo tratan de presentar los pormenores de una supuesta relación de pareja basada en las mentiras, la falta de diálogo, la manipulación y la incomunicación. Si no fuera tan aburrido y pretencioso podría ser interesante, pero el director y guionista mezcla la drogadicción de uno de los protagonistas con el sexo compulsivo del otro sin ahondar en el contexto, las necesidades o motivaciones de ninguno.

En definitiva, una gran decepción, un comienzo interesante, un desarrollo premioso y disperso y un desenlace atormentado e interminable que lastra el balance final hasta casi anularlo por completo. Ni los protagonistas tienen atractivo alguno, ni sus peripecias tienen interés, ni sus desvaríos van más allá de lo previsible y lo convencional. Una amalgama bastante indigesta que trata de ofrecernos una imagen compleja de la dificultad de la pareja gay, pero acaba siendo el rollo estéril de dos pirados sin gracia ni interés. Lo dicho, es mucho mejor “Weekend” como obra gay. Y si se quiere ver una gran película sobre la dificultad de vivir en pareja, vayan a ver “Antes del anochecer”, pero eviten este engrudo superfluo si no quieren salir espantados del cine.