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Voto de antonalva:
6
Drama Tras instalarse con su familia en un barrio de las afueras de París, Laure, una niña de diez años, aprovecha su aspecto y su corte de pelo para hacerse pasar por un chico. En su papel de "Michael", se verá inmersa en situaciones comprometidas; y Lisa, una chica de su nuevo grupo de amigos, se siente atraída por ella. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2013
19 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece ilustrativa de los males congénitos del momento presente esta amable película francesa sobre una chica de unos diez años que se hace pasar por chico. El espectador se queda escindido entre querer amparar a la arrebatadora protagonista (al fin y al cabo, es inocente, directa, sin maldad y muy encantadora) y la comprensión de que el problema no se resuelve con prohijar y exonerar a la atolondrada protagonista, sino que el drama surge justamente de esa inadecuación entre quién ella es (una chica) y quién ella quiere ser (un chico).

Es como si al compartir los buenos deseos hacia la protagonista y quedar hechizados por su puro encanto de sirena varada, quisiéramos adoptar su extravío como si fuera normalidad, como si compartiendo el deseo de que no sufra y de que todo salga bien, todo se fuera a arreglar como por arte de magia, porque la ausencia de maldad es la prueba de que ella es buena y está bien. Pero esa manipulación es la mayor de las mentiras en las que te hace caer esta tramposita película de poco más de hora y cuarto.

La protagonista tiene un desorden severo de personalidad ya que quiere ser quien no es y quiere pasar por ser quien en realidad es obvio que no puede llegar a ser. Vivir una mentira es el comienzo de un severo desorden emocional y psíquico y perder toda vinculación con la realidad es demostración de que se construyen castillos en el aire. Y eso es trágico porque el dolor solo puede ir a más y a peor y esta película lo soslaya y tergiversa, al crear una férrea complicidad infantil con su atribulada protagonista.

No hay censura en el errático comportamiento de la protagonista. No es que ella no pueda querer ser quien no es, sino que el mero enunciado de que vivir una mentira es señal de enfermedad. Es decir, la tan común de las manipulaciones de que no porque un objetivo sea lícito, cualquier manifestación tenga que ser exonerada o aprobada. Se trata del retrato de una neurosis cerrado en falso y con visos de desembocar en un severo trastorno emocional. Pero la protagonista es tan inocente y tan sin maldad que no podemos ver la realidad como es, sino como ella desea que sea. Pura manipulación malsana y dolorosa. Una obrilla llena de buenas intenciones y pésima complicidad emocional. Un hurto descarado.
antonalva
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