Es conocido por todos, sobre todo por aquellos que devoramos las noticias cinéfilas, el revuelo que se ha originado alrededor del estreno de la segunda puesta en largo de Evan Goldberg y Seth Rogen como directores, pareja que ya parió la disparatada y por momentos excelente "Juerga hasta el fin". Muchas mentes cargadas de irracionalidad, y otras tantas armadas con veneno en las tintas, han querido convertir "The Interview" en una película propagandística capaz de derribar los cimientos de una nación y ser el motivo por el que se inicien guerras y se cometan actos de irracionalidad. Todo ello, olvidándonos de que el mayor atentado ya se había cometido, y había tenido una única víctima: el sentido del humor. Parece que aún a día de hoy quedan muchos incapaces de reírse de sí mismos, y otros tantos que por miedo, vetarán el derecho de unos pocos a opinar lo que les venga en gana, siempre que no impongan su opinión. Recientes acontecimientos han demostrado que ese odio visceral sigue haciendo estragos en nuestra sociedad, y por momentos, pareció que el título que ahora nos ocupa, iba a ser un nuevo capítulo en ese largo historial de barbarie. Sin embargo, y por suerte, al final todo ha acabado en un susto y en una campaña de marketing que ha favorecido y perjudicado por igual a "The Interview". La publicidad, sea positiva o negativa, siempre es bien recibida, y esa máxima deben de valorar los creadores de una cinta que, probablemente sin el revuele surgido a su alrededor, habría pasado sin pena ni gloria por las carteleras; por otro lado, esa supuesta sátira capaz de caldear los ánimos de una nación generó unas expectativas que nadie verá saciadas si se esperan una ácida crítica a la irracionalidad autoritaria sobre la que se vertebra la trama. Quizás sería interesante para todo el mundo revisar los antecedentes de los creadores y del reparto de esta cinta, y así quedará claro el objetivo de la misma: pasarlo bien.

Goldberg y Rogen, con la ayuda de su amigo James Franco, vuelven a reunirse para pasar un buen rato entre amigos, y, de paso, ofrecernos un poco de entretenimiento a aquellos que indirectamente, nos unimos a esta panda de gamberros. Un grupo que, una vez más, ha pertrechado una de sus travesuras con la que dar rienda suelta a su escatología y humor de brocha gorda capaz de disparar contra todo como si de un aspersor se tratara. No hay dobles lecturas ni trasfondos sociales en una película gruesa y basta, más orientada al tronchamiento salvaje que al sarcasmo hiriente. Goldberg y Rogen saben construir un relato cargado de ritmo en el que se van sucediendo los sketches de manera incansable, intercalando algunos de surrealista inspiración, con otros de cargante inmadurez. Pero repito, viendo la nómina de la película, nadie puede sentirse estafado. James Franco ejerce un papel que le acerca al Jim Carrey más exagerado y plástico mientras que Rogen sigue paseando su semblante bonachón por la cinta, haciendo las delicias de sus seguidores, y echando más leña al fuego para sus detractores. A esta disparatada pareja se les une un tercero en discordia: un Randall Park soberbio encarnando a ese desalmado dictador capaz de matarnos a muchos de la risa.

Lejos de los destellos de genialidad de su ópera prima, pero manteniendo ese tono salvajemente indecoroso que muchos ya aceptamos y asumimos de estos realizadores, "The Interview" no es la cinta que revolucionará el mundo, por mucho que muchos lo pretendan. Se trata de una comedia gamberra y carente de limitaciones, en la que todo vale, siempre que resulte simple y carente de trascendencia. Una vez asumidas esas premisas, el entretenimiento esta servido y bien aderezado con más de hora y media de diversión garantizada para los que abandonen complejos y expectativas a la entrada del patio de butacas. No pasará a la historia, pero tampoco lo pretende, y esa consciencia de sus muchas debilidades es lo mejor de esta película.