Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Quatermain80:
7
Comedia. Drama Inglaterra, diciembre de 1981. Cuatro obreros polacos llegan a Inglaterra con un visado turístico de un mes para realizar un trabajo de dos meses de duración. El jefe del grupo, el único que habla inglés, se entera por la televisión del establecimiento del estado de excepción en Polonia, pero decide no contárselo a sus compañeros. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2013
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película que veo de este director polaco, pareciéndome un muy original acercamiento crítico y humorístico a la opresiva condición de los ciudadanos polacos durante el período comunista. Desde luego, podría pensarse que este argumento de fondo no es muy original, en tanto en cuanto otras películas han incidido en él, pero lo que debe ponerse en valor es la manera en la que el director, aprovechando una historia aparentemente trivial -la reforma de una casa por parte unos obreros polacos irregularmente introducidos en Reino Unido-, reconduce hábilmente la narración para contar lo que a él realmente le interesa.

Toda esta metáfora se plasma a través de las impresiones del único personaje que el guión desarrolla, ese interesante y complejo capataz que tan fantásticamente interpreta Jeremy Irons y cuya voz en off -además de algunos diálogos sueltos de menor importancia- se convierte en nuestra única fuente de información. Hasta en esa decisión se aprecian segundas intenciones; al igual que en los países del socialismo real no había más verdad que la oficialmente establecida, en este caso no hay más realidad que la que el capataz construye para sus obreros -que no tienen ni idea de inglés- y también para nosotros, los espectadores, que asistimos de su mano (y solo de su mano) a un tenaz, ridículo y puntilloso ejercicio de control. Así, mientras el capataz censura informaciones vitales a sus obreros (ocultándoles las noticias, impidiéndoles llamar por teléfono o directamente quemando cartas), el guión también los censura directamente, limitando sus diálogos a pequeñas intervenciones en polaco. El capataz, como buen alter ego de un estado tan represor como paternalista, centra sus restantes esfuerzos en procurar el alimento y los medios de producción; sus crecientes apuros económicos para proporcionar una comida aceptable (a base de latas de conservas) al tiempo que alguna distracción o premio para los obreros (ya sea la televisión o los relojes) es también una sátira de los estados comunistas y sus carencias y estrecheces.

Formalmente modesta, ello no implica, como bien ha comentado mi predecesor, pobreza en los resultados; de hecho, el fragmento inicial de la película, ambientado en el aeropuerto, resulta fantástico por lo bien que se sugiere en él la inquietud e incluso el suspense de la situación (la introducción de los obreros clandestinos en Reino Unido) a través de los planos de los funcionarios de aduanas y del capataz, cuyo nerviosismo se convertirá en una constante a lo largo del filme. Su paranoia, que él extiende a su vida personal (sus dudas sobre la relación entre su jefe y su mujer así lo sugieren), es el reflejo más fiel del paranoide afán de control del estado polaco, y la respuesta de los obreros, hartos de la desinformación y de su encierro (otra clara alusión a la limitada posibilidad de viajar) llegará a su lógica conclusión cuando finalmente se percaten de la magnitud de la mentira y de la ocultación.

Por todo ello una película muy recomendable, cuya denuncia indirecta de una realidad opresora encuentra cierto parecido de familia con la filmografía de algunos de nuestros mejores directores, caso de Berlanga, cuyas principales obras de los sesenta son también muy ricas en metáforas, alusiones humorísticas y críticas veladas, partiendo también en muchos casos de aparentes anécdotas, a la postre falsamente triviales.
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow