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Voto de Quatermain80:
7
Drama Un niño huye de su casa y encuentra el paraíso en el parque de Coney Island, tras ser engañado por su hermano mayor y sus amigos, quienes le hacen creer que ha cometido un crimen. Joey, este pequeño fugitivo de la ley encuentra, casi sin buscar, aventuras y una nueva forma de vida en el parque emblemático de la clase media norteamericana de los años 50. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2011
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme pionero del cine independiente estadounidense y que influirá en la creación del "New American Cinema Group" de Mekas, Cassavetes, Rogosin y el propio Engel entre otros, "El pequeño fugitivo" es un gran desconocido en España, como así lo atestiguan las escasas votaciones que presenta hasta la fecha.

El pequeño Joey, que ha sido dejado al cuidado de su hermano mayor por su madre (viuda, trabajadora y pendiente de la salud de una abuela de los muchachos), sufre una broma pesada del primero, quien con ayuda de sus amigos le hace creer que ha cometido un asesinato mientras jugaba con una escopeta. El traumatizado Joey escapará, como todo buen fugitivo, en busca de un refugio adecuado, en su caso el parque de atracciones de Coney Island, situado al sur de Brooklyn, Nueva York. A Engel y sus colaboradores, influidos por el neorrealismo italiano, los documentales televisivos y los reportajes fotográficos sobre la vida cotidiana propios de revistas como "Look" o "Life", esta sencilla historia les sirve para plasmar todo un manifiesto artístico que se aparta de las convenciones características de la industria de Hollywood.

En efecto, la película, más allá del argumento antes referido, posee un carácter semidocumental, en tanto en cuanto centra su interés en retratar el ocio y la vida de las clases medias y populares neoyorquinas. Es un filme callejero, rodado mayoritariamente al aire libre, en el que lo importante no es el drama de Joey -quien por otra parte se lo pasa estupendamente en el parque de atracciones y la playa- sino captar el pulso vital de la ciudad y sus gentes, que abarrotan literalmente los planos, caracterizados por sus encuadres abiertos. La cámara se mueve, nerviosa e inestable, sin seguir unas pautas concretas, lo que unido a la improvisación de muchas secuencias (en el parque, las andanzas de Joey son plenamente naturales -con alguna excepción-, por no mencionar las del resto de la gente anónima que aparece) y a unas actuaciones instintivas, refuerza el carácter "amateur" y rompedor de la película, que no se resiente de ello, resultando siempre fresca, entretenida y entrañable. Es de justicia mencionar, además, la buena banda sonora, a cargo de Eddy Lawrence Manson.

Así, el viaje iniciático y liberador de Joey por Coney Island viene a ser una metáfora del viaje artístico emprendido por los creadores del filme; en ambos casos, son viajes difíciles, inestables y caprichosos, sin formas ni objetivos definidos, en los que cada mirada infantíl y cada plano cinematográfico constituyen un descubrimiento de la realidad y una experiencia vital y creadora. Y es que en el arte, como en la vida, son imprescindibles muchos pequeños fugitivos, y otros tantos lugares como Coney Island por descubrir.
Quatermain80
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