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Voto de Quatermain80:
8
Comedia. Drama Narra las experiencias de un grupo de niños de diferente edad y condición que viven en la pequeña ciudad de Thiers. Patrick vive con su padre inválido y sueña con recibir su primer beso. Julien vive en un hogar pobre y desestabilizado; su madre es alcohólica y lo maltrata. Alrededor de estos dos personajes gira la vida de otros niños de una pequeña escuela francesa de provincias cuyas historias se irán conociendo durante el verano de 1976. (FILMAFFINITY) [+]
25 de julio de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa y sensible disección de la infancia, "La piel dura" genera en el espectador una sensación amable, placentera, circunstancia que es, al menos desde mi punto de vista, el principal punto fuerte de la filmografía de su autor.

Y es que si alguna virtud tiene Truffaut es el sincero cariño, el amor en suma, con el que construye sus personajes, así como el exquisito respeto y cuidado con que nos muestra sus motivaciones y actitudes. En el presente caso se centra en unos cuantos niños de una localidad de provincias, Thiers, a los que vemos en la escuela, en el cine, jugando, iniciándose en el amor, o interactuando con el mundo de los adultos, ya sean padres o maestros. El director, lejos de buscar un argumento central, prefiere realizar una panorámica amplia del mundo de la infancia, si bien escoge unas situaciones y personajes concretos a fin de otorgar coherencia al filme. Tras su célebre debut con "Los cuatrocientos golpes", en el que también abordaba la niñez, aunque desde un punto de vista más autobiográfico, esta obra parece más alegre, más positiva, si bien no por ello se eluden temas como el maltrato infantíl o la incomprensión de los adultos. Pero la conclusión de Truffaut, expresada a través de la charla del maestro, es que los niños serán capaces de sobreponerse, y que por más desgracias que sufran en su infancia siempre tendrán la posibilidad de construir su propia vida y de alcanzar la felicidad; ello se debe a que están llenos de ansia vital, de afán por descubrir el mundo, por experimentarlo plenamente, y este es el mejor certificado de futuro al que los seres humanos pueden aspirar.

La película destaca por su buen guión y por las magníficas y naturales interpretaciones de los niños, que están todos muy bien en sus respectivos papeles. Además, Truffaut nos regala algunas secuencias muy bien planificadas, al tiempo que resultan hermosas y divertidas en su sencillez. Ejemplos de esto serían la del niño y el minino, la de la niña que clama por comida desde una ventana, o la que se desarrolla en la sala de cine (muy divertida); por último, destacaría la filmada en la escalera, con ese primer beso tan veraz e imperfecto como son todos los primeros besos.

Desde una perspectiva actual cabe decir que este tipo de películas, mucho menos rompedoras (sobre todo en lo formal) que las que hacían otros compañeros de generación, han logrado, sin embargo, mantener plena vigencia, resultando hoy tan frescas y lúcidas como cuando se rodaron. Ello es debido, en mi opinión, a que hay ciertas experiencias de la infancia que son universales, que todos hemos vivido y que otros vivirán cuando nosotros sólo podamos recordarlas. Aún así dará igual; por mucho que cambie el mundo, las primeras fantasías y juegos, los primeros besos y aventuras, felices o desdichadas, seguirán siendo siempre el motor principal de la infancia. Esperemos que en el futuro surjan nuevos artistas que, como Truffaut, sepan recordarnos esta gran verdad.
Quatermain80
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