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Voto de Quatermain80:
6
Drama Dos sicarios son enviados desde Nueva York a Milán para cargarse a un delincuente de poca monta que se ha quedado con una importante partida de heroina, cuando llegan a Italia nada es lo que parece... (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de una mera anécdota, en realidad un equívoco, Fernando Di Leo monta una historia caracterizada por la violencia, el frenesí y el absurdo. Y es que cuando en un lujoso despacho de Nueva York un poderoso "hombre de negocios" pronuncia el nombre de Luca Canali ante dos sicarios, aún estamos lejos de suponer la tormenta que se desencadenará a continuación.

Di Leo, como ya hiciera en "Milán, calibre 9" (en mi opinión superior a esta), logra una curiosa y llamativa mezcla entre lo lujoso y lo cutre, extremos bien representados por el "padrino" Don Vito y por el propio Canali, en realidad un vulgar chulo. No solo los personajes están marcados por estas diferencias, sino también los ambientes, que igualmente oscilan entre lo hortera y lo elegante, siendo este conjunto de contrastes uno de los aspectos más logrados del filme. Cabe lamentar que el guión no resulte siempre muy atinado, empobreciendo las posibilidades que proporcionaban los dos asesinos, que de tener mucho protagonismo inicial pasan a diluirse en demasía hasta el tramo final. Igualmente, algunas reacciones y actitudes de Canali resultan poco convincentes, especialmente si tenemos en cuenta que el argumento nos lo muestra constantemente perseguido por la tragedia, pues todos sus allegados pagan por él.

Pero lo cierto es que cuando la acción se desata y Canali, ciego de ira y sed de venganza, da rienda suelta a su furia, golpea, dispara, reparte cabezazos y persigue implacablemente, la película resulta un torbellino de ritmo y energía de lo más entretenido y estimulante; es además muy acertado el retrato de Canali como una bestia que, acorralada, se vuelve infinitamente más peligrosa. El retrato de la violencia es duro, seco y sin concesiones, pero también en ella se aprecia una diferencia según quienes la ejercen; así, los asesinos americanos son fríos profesionales, y los lacayos de Don Vito, pese a resultar más "de andar por casa", responden a la misma lógica (cumplir órdenes, hacer el trabajo, etc). Sin embargo, la violencia de Canali es barriobajera pero más auténtica, más "sentida", en tanto en cuanto lucha por su vida y por venganza.

Rodada con un estilo nervioso, en el que la cámara se mueve constantemente y los planos son cortos, resultan también abundantes los ángulos heterodoxos, forzando así los puntos de vista, y algunos zooms muy setenteros. Las interpretaciones son desiguales; muy bien Adorf, haciendo gala de su versatilidad, y también Adolfo Celi, encarnando a Don Vito Tressoldi, a los que cabe sumar varios secundarios que ejemplifican muy bien los ambientes que el director trata de subrayar. Por el contrario, la contribución estadounidense resulta más pobre, especialmente en el caso del excesivamente hierático y soso Woody Strode.

Con todo, un enérgico y recomendable filme de género que logra lo que se propone, resultando siempre entretenido.
Quatermain80
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