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Voto de Quatermain80:
6
Thriller. Cine negro Juan, gerente de una empresa, juega una partida de cartas con un grupo de personas a las que ha conocido en un cabaret. Al darse cuenta de que uno de ellos hace trampas, se pelea con él e, involuntariamente, le causa la muerte. Para hacer frente a tal situación, se ve obligado a cometer un desfalco en su empresa, pero lo descubren. Cuando, después de tres años de cárcel, sale y descubre que fue víctima de una estafa, se propone vengarse ... [+]
24 de julio de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra muestra más del escasamente conocido género negro español, en este caso de la mano de uno de sus especialistas, Juan Bosch, quien recurrió, como ya había hecho en "A sangre fría", a Arturo Fernández, esta vez en el papel protagonista.

La narración, un tanto fragmentada, y con algunos errores y carencias de continuidad, desarrolla un argumento en el que un chantaje inicial da paso a un amago de venganza, y por último a un nuevo amago de corrupción moral, progresión dramática que encarna el protagonista, que pasa de ser un incauto a un vengador, y después a coquetear con las actividades criminales de aquéllos que le tendieron la trampa inicial. El problema es que muchas de estas situaciones no están suficientemente bien desarrolladas ni justificadas, lo que debilita el discurso dramático del filme, que se queda a medio camino. Casi todos los personajes que aparecen son retratados como arquetipos de un mundo de engaños, ambición y cinismo, aspectos a los que apenas escapa -y sólo parcialmente- la protagonista femenina, convencionalmente interpretada por Edith Elmay.

Si el guión incurre en los defectos antes referidos (incrementados por unos diálogos excesivamente prolijos y explicativos), cabe al menos reconocer que los personajes principales están bastante definidos. Las interpretaciones son correctas, destacando especialmente la de George Rigaud, cuyo cinismo y doblez son especialmente atractivos. En cuanto a Arturo Fernández lamentar que su éxito de público le llegara por películas casposas en las que ejercía de gigoló, ya que en éstas de sus comienzos está mucho mejor. Hay que señalar que la mayoría de actores (incluído Fernández) están doblados, una de las manías características del cine español de la época.

Rodada en Barcelona, la película tiene buenos momentos, de los que destacaremos tres. La fiesta del comienzo, filmada con gran dinamismo, al ritmo de la música de Jazz y de baile, y recreando un ambiente característico del género, que encuentra su continuación en la posterior partida de Poker. La secuencia nocturna en la que Arturo Fernández se percata de que le siguen, dramáticamente fotografiada, jugando con la oscilante luz de un farol mecido por el viento. Por último, el enfrentamiento final junto a la playa, nocturno también, que se cierra con un bonito plano no exento de carga moralizante.
Quatermain80
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