Esta serie engancha desde el principio como una droga dura. Ciertos personajes no me han dicho gran cosa, pero todos aportan a una historia que crece en tensión a medida que esta avanza. El estilo de Meirelles hipnotiza y los colocones de los dos protagonistas con la hierba están tan bien contados que parece que te has fumado tú uno cuando los estás viendo. Aparecen algunos sutiles guiños Tarantinescos, que junto con la habitual sensibilidad para contar la diferencia de clases de este director dan una agilidad a la primera temporada que se te queda corta. El cuerpo te pide más.