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España España · Barcelona
Voto de did79:
8
Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo tiene el cine de Gaspar Noé es que pocas veces deja indiferente. O se le ama, aceptando sus excesos, o se le odia, rehusándolos. La polémica lo ha perseguido ya desde aquel lejano 2002, cuando sorprendió a propios y extraños con aquel plano secuencia donde Mónica Belucci era violada, en una escena de casi10 minutos de duración, ante los ojos atónitos del espectador. Y ese juego, parece que le gustó sobremanera.

Si definiéramos la filmografía del director, ésta presenta un cine de forma, no de contenido. Es decir, las tísicas excusas argumentales le permiten explorar todos los mecanismos del séptimo arte para ofrecer una visión muy propia, crítica con un sistema del que parece huir, y retorciendo parámetros establecidos, como hacían los directores de la Nouvelle Vague o los adscritos al movimiento dogma.

Por si nos cabía alguna duda sobre las influencias de las que bebe su nueva obra, el mismo director nos las dicta en el prólogo, donde montañas de cintas VHS y libros circunscriben una pantalla por donde desfilan los futuros actores. Referencias a "Suspiria" de Argento (la gama de colores usada en la estupenda fotografía), "Saló y las 120 jornadas en Sodoma" de Pasolini (el encierro al que son sometidos los bailarines) o la más representativa, "La Posesión" de Andrzej Zulawski (donde Sofia Boutella recrea la dolorosa posesión de Isabelle Adjani en los pasillos del metro).

Todas estos resortes no son más que puros pretextos para retratar, mediante carambolas imposibles, el infierno que se desata una vez que todo aquello que estaba reprimido se libera, mediante la colaboración inestimada de los estupefacientes. Un infierno en los que los bailarines se ven atrapados, vertiendo las peores versiones de ellos mismos para regocijo del director. Gaspar Noé se siente cómodo y liberado explorando con su cámara los recovecos más oscuros de la psique humana, cebándose con sus pobres personajes, quedando a merced de una pirotecnia visual, a veces excesiva, que los maltrata, hasta llegar a un clímax que muestra las consecuencias de esa liberación del yo interior.

Justa ganadora del último festival de Sitges, el realizador nos brinda toda una pesadilla psicodélica, llevando mucho más allá los logros de su "Enter de Void". Todo un desmesurado espectáculo bizarro a ritmo del primer house de los 90. Si existe el infierno, no debe equidistar mucho de lo mostrado en pantalla.

Lo mejor; Las carambolas visuales del director, desde planos secuencias, inversiones de planos y magníficas coreografías aéreas. (Antológica resulta la primera escena a ritmo de "Supernatural" de Cerrone)

Lo peor; Ese exceso puede verse algo forzado si uno escapa de las redes formales.
did79
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