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Ciencia ficción
Finales del siglo XXI. Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial de más de dos años en la nave Prometheus a un remoto planeta recién descubierto, donde su capacidad física y mental será puesta a prueba. El objetivo de la misión es encontrar respuesta al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2012
98 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar quiero dejar claro que, al igual que otra compañera, me he registrado exclusivamente para poder hacer esta crítica porque el deber así me lo exige. Es de justicia avisar en estos tiempos de crisis. Hay que recordarle a la gente que lo que vale ver la película es el precio de tres buenas cervezas en una terraza con amigos.
Si lees en esta página unas cuantas críticas, observarás una diferencia sutil. A los que no les ha gustado la película en ningún caso usan argumentos contra los que sí les ha gustado, y que sin embargo, sí son los que han llegado a tildar de infantil el haber ido al cine con las expectativas de volver al universo Alien…
Y yo me pregunto: ¿No es eso necesidad de autoafirmación del que le gustó la película? ¿No puedo ir con la ilusión de volver a ese maravilloso universo? ¿Es que acaso al que no le ha gustado la película es porque no la entiende? ¿Soy yo por ende un niño de 33 años?
Todo eso me pregunto desde que he pagado por ver el truño que ha soltado el Señor Ridley. Y que no me vengan con milongas de que no tiene nada que ver con Alien porque ese derecho a decirlo lo pierde el Señor Scott cuando decide obsequiarnos con el esperpento del final de la película, más propio de “Croco-Pulpo 2, ahora también en 3-D”.
Le pongo dos estrellas únicamente por la puesta en escena en general, que crea el clímax necesario, y por la interpretación más que correcta de Michael Fassbender, el único que queda expiado de semejante crimen para el intelecto humano, y al que incluso le llegan a fusilar dos momentos estelares de interpretación poniendo una partitura abúlica donde debía llevar otra de tensión…¡¡¡Hasta ahí llega el despropósito señores!!! Vuelvan a recordar: tres cervezas de marca en una plaza con amigos igual a siete euros y medio.
Los detalles en los spoilers, pero una cosa es clara: mucha gente va a ver ciencia ficción, pero eso no es sinónimo de que se tenga que tragar una película de fantasía. Repitan conmigo: ¡¡¡Ciencia Ficción no es igual a Fantasía!!!
La labor de dilatación mental a la que te va sometiendo la cinta tras los primeros 30 minutos no se la merece el ciudadano medio. Tras un buen inicio, el argumento va haciendo aguas por todas partes y empiezas a mirar el reloj para hacer cálculos de cómo va a responder a tantas y tantas interrogantes de guión y trama si solo quedan cinco minutos de película y claro…se acaba y no las contesta.
Y que no me vengan con rollos de que las contestará en las secuelas. Antes se hacían las películas como producto en sí, y lo demás venía después. Esto no es una serie, donde sí caben ese tipo de licencias. Esto es una película, y yo no me puedo (que en este caso es un eufemismo de no me da la gana) esperar dos, ni tres, ni veinte años a que al Señor Ridley le dé por responder, seguramente de manera absurda, a unas preguntas planteadas de manera absurda.
Y es que el problema señores NO está en la idea de las historia, que ha sido manejada con mala suerte, lo que no se le tiene en cuenta por la grandeza de las preguntas…me estoy refiriendo a las sencillitas dudas de guión y trama que se van dejando caer y de las que “se pasa olímpicamente de responder” como si esto fuera “Perdidos” o “Al límite” que admitámoslo, nos han tomado el pelo en diversas ocasiones a lo largo de los años.
Una película de ciencia ficción no tiene porqué ser campo abonado para el absurdo. La sociedad se ha hecho adulta hace ya mucho tiempo señores míos y sí, queremos espectáculo, pero también queremos SERIEDAD.
En fin, que a mí me gusta ver las películas que me gustan en el cine dos y tres veces pero repito: tres cervezas en una plaza con amigos…
Si lees en esta página unas cuantas críticas, observarás una diferencia sutil. A los que no les ha gustado la película en ningún caso usan argumentos contra los que sí les ha gustado, y que sin embargo, sí son los que han llegado a tildar de infantil el haber ido al cine con las expectativas de volver al universo Alien…
Y yo me pregunto: ¿No es eso necesidad de autoafirmación del que le gustó la película? ¿No puedo ir con la ilusión de volver a ese maravilloso universo? ¿Es que acaso al que no le ha gustado la película es porque no la entiende? ¿Soy yo por ende un niño de 33 años?
Todo eso me pregunto desde que he pagado por ver el truño que ha soltado el Señor Ridley. Y que no me vengan con milongas de que no tiene nada que ver con Alien porque ese derecho a decirlo lo pierde el Señor Scott cuando decide obsequiarnos con el esperpento del final de la película, más propio de “Croco-Pulpo 2, ahora también en 3-D”.
Le pongo dos estrellas únicamente por la puesta en escena en general, que crea el clímax necesario, y por la interpretación más que correcta de Michael Fassbender, el único que queda expiado de semejante crimen para el intelecto humano, y al que incluso le llegan a fusilar dos momentos estelares de interpretación poniendo una partitura abúlica donde debía llevar otra de tensión…¡¡¡Hasta ahí llega el despropósito señores!!! Vuelvan a recordar: tres cervezas de marca en una plaza con amigos igual a siete euros y medio.
Los detalles en los spoilers, pero una cosa es clara: mucha gente va a ver ciencia ficción, pero eso no es sinónimo de que se tenga que tragar una película de fantasía. Repitan conmigo: ¡¡¡Ciencia Ficción no es igual a Fantasía!!!
La labor de dilatación mental a la que te va sometiendo la cinta tras los primeros 30 minutos no se la merece el ciudadano medio. Tras un buen inicio, el argumento va haciendo aguas por todas partes y empiezas a mirar el reloj para hacer cálculos de cómo va a responder a tantas y tantas interrogantes de guión y trama si solo quedan cinco minutos de película y claro…se acaba y no las contesta.
Y que no me vengan con rollos de que las contestará en las secuelas. Antes se hacían las películas como producto en sí, y lo demás venía después. Esto no es una serie, donde sí caben ese tipo de licencias. Esto es una película, y yo no me puedo (que en este caso es un eufemismo de no me da la gana) esperar dos, ni tres, ni veinte años a que al Señor Ridley le dé por responder, seguramente de manera absurda, a unas preguntas planteadas de manera absurda.
Y es que el problema señores NO está en la idea de las historia, que ha sido manejada con mala suerte, lo que no se le tiene en cuenta por la grandeza de las preguntas…me estoy refiriendo a las sencillitas dudas de guión y trama que se van dejando caer y de las que “se pasa olímpicamente de responder” como si esto fuera “Perdidos” o “Al límite” que admitámoslo, nos han tomado el pelo en diversas ocasiones a lo largo de los años.
Una película de ciencia ficción no tiene porqué ser campo abonado para el absurdo. La sociedad se ha hecho adulta hace ya mucho tiempo señores míos y sí, queremos espectáculo, pero también queremos SERIEDAD.
En fin, que a mí me gusta ver las películas que me gustan en el cine dos y tres veces pero repito: tres cervezas en una plaza con amigos…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ese robot que mientras viaja por el espacio va aprendiendo sobre la marcha un idioma para el que no se tiene información previa pero que luego habla y entiende perfectamente.
Esa tripulación que llega a un planeta y encuentra a la primera lo que han ido a buscar.
Ese grupo de científicos especialistas que a las primeras de cambio se saltan las reglas de protocolo más básicas y empiezan a tocarlo todo como niños de cuatro años.
Ese geólogo que hace un mapa virtual en 3-D de la zona y luego se pierde (no perderse el momento en que hace el lobo…eso sí que merece pagarlo).
Ese científico que ve un elemento extraterrestre con forma y ademanes de cobra, y se pone a juguetear con ella como el que ve un jilguero (que le hubiera echado ya migas de pan).
Ese robot que inocula la sustancia maligna a un científico y luego éste se muere, sin entender porqué lo ha elegido a él en concreto (y no vale decir que es para que luego embarace a su compañera y de ésta a luz a ese pulpo que luego sin comer crece diez metros en dos horas, porque allí no han ido en busca de la creación de ningún bicho, sino a buscar las respuestas clave de la humanidad).
Ese moribundo que de buenas a primeras se transforma en megazombi cabezón con ganas de matar para pasar a morir en dos minutos.
Ese Guy Pearce que se va alegrar de que mucha gente no sepa que era él por salir maquillado como un viejo. ¿No era mejor poner directamente a un viejo? En lo que quiere ser uno de los momentos clave nos encontramos que el actor en sí por el mal maquillaje no nos transmite otra de las ideas clave de la película.
Luego ese viejo, que lo damos por muerto, pero luego aparece cuando no tenía porqué estar muerto para la trama porque era insustancial, por lo que el efectismo se queda en risa. Y esa protagonista que “se lo encuentra” cuando viene de hacerse ella misma una cesárea sin anestesia a lo Rambo 3 (por Dios, yo a esas alturas de la película ya no sentía las piernas), y se lo encuentra junto con las personas que han estado a punto de sacrificarla y un poco más y los saluda chocando esos cinco al estilo “¿Qué pasa Jazz?”…
Esa cesárea sin anestesia que luego te permite seguir siendo deportista olímpica de cien metros valla.
Y esa, y esa, y esa, y esa…. y así hasta el infinito y más allá.
Esa tripulación que llega a un planeta y encuentra a la primera lo que han ido a buscar.
Ese grupo de científicos especialistas que a las primeras de cambio se saltan las reglas de protocolo más básicas y empiezan a tocarlo todo como niños de cuatro años.
Ese geólogo que hace un mapa virtual en 3-D de la zona y luego se pierde (no perderse el momento en que hace el lobo…eso sí que merece pagarlo).
Ese científico que ve un elemento extraterrestre con forma y ademanes de cobra, y se pone a juguetear con ella como el que ve un jilguero (que le hubiera echado ya migas de pan).
Ese robot que inocula la sustancia maligna a un científico y luego éste se muere, sin entender porqué lo ha elegido a él en concreto (y no vale decir que es para que luego embarace a su compañera y de ésta a luz a ese pulpo que luego sin comer crece diez metros en dos horas, porque allí no han ido en busca de la creación de ningún bicho, sino a buscar las respuestas clave de la humanidad).
Ese moribundo que de buenas a primeras se transforma en megazombi cabezón con ganas de matar para pasar a morir en dos minutos.
Ese Guy Pearce que se va alegrar de que mucha gente no sepa que era él por salir maquillado como un viejo. ¿No era mejor poner directamente a un viejo? En lo que quiere ser uno de los momentos clave nos encontramos que el actor en sí por el mal maquillaje no nos transmite otra de las ideas clave de la película.
Luego ese viejo, que lo damos por muerto, pero luego aparece cuando no tenía porqué estar muerto para la trama porque era insustancial, por lo que el efectismo se queda en risa. Y esa protagonista que “se lo encuentra” cuando viene de hacerse ella misma una cesárea sin anestesia a lo Rambo 3 (por Dios, yo a esas alturas de la película ya no sentía las piernas), y se lo encuentra junto con las personas que han estado a punto de sacrificarla y un poco más y los saluda chocando esos cinco al estilo “¿Qué pasa Jazz?”…
Esa cesárea sin anestesia que luego te permite seguir siendo deportista olímpica de cien metros valla.
Y esa, y esa, y esa, y esa…. y así hasta el infinito y más allá.