Hay una tendencia en cierto cine español (y extranjero) a despreciar la coherencia y verosimilitud del guión, en beneficio de los golpes de efecto, el suspense y el dramatismo enrevesado. No sé si es porque no dan para más, o porque los responsables piensan que los espectadores, como adeptos en la reunión de la secta, vamos al cine con la parte emocional al cien por cien y la racional disminuída.
A esta película le pasa un poco eso. Desde muy pronto desprende un tufillo de inverosimilitud, que en ciertas situaciones clave pasa de lo poco creíble a lo directamente imposible.
Es una pena porque la ambientación, las escenas y los actores secundarios son excelentes, dignos de la mejor serie inglesa de la BBC, y Tosar está tan sólido como siempre. Pero a mí me ha costado tomarme en serio la dramática historia que nos cuentan.