Poco tiene que ver con “Una mujer en la playa” de Renoir en su etapa americana. El filme de Hong Sang-soo funciona como todo viaje por el paseo marítimo: hace que todo parezca muy bonito, tremendamente lineal a nivel emocional como una amor de verano, con luz que nos deslumbra hasta que descubrimos unas gafas de sol (de pasta gruesa, por supuesto), pero poco o nada lo distingue del resto. Arena y paseo. Paseo y arena.

Tal vez ya el director de “Tale of cinema” y “Virgin stripped bare by her bachelors” ya me ha mostrado todo y esas ligeras variaciones hacen que no perduren en mi memoria su próximas películas. Me ocurre precisamente como al propio director de la cinta: esto me huele a rollo para una noche, a amor pasajero.
Los temas tratados aquí son totalmente y nuevamente recurrentes: viaje de un director de cine, un amigo y su novia (también con profesiones en el mundo artístico) donde se inicia una yuxtaposición de personajes. Pone elementos y personajes para que éstos conduzcan la historia. Se establece ese previsible triangulo amoroso: dos hombres, una mujer. Una repetición y, de nuevo, una rotura a nivel narrativo: todo vuelve a empezar.

En las películas de Hong Sang-soo se come, se bebe y se folla mucho. Aquí hay poco de lo último y eso que es lo que mejor rueda Hong: no verás follar mejor que en una película de Hong. Suena escandalosamente soez pero es así. ¿Ínfulas comerciales?
Desconocemos ese arranque de auto-censura. “Woman on the Beach” queda, eso sí, como una comedia de enredo rohmeriana y, digámoslo también, Sang-sooiana donde sus seguidores quedaran encandilados y los menos chupe-guays nos quedaremos a la espera de otra Hong Sang-soo. De un director que sigue incomprensiblemente inédito en España. Espero que alguna distribuidora me calle la boca.