Haz click aquí para copiar la URL
Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama Un marinero pide permiso en el barco en el que trabaja para regresar a su antiguo hogar, donde parece haber dejado un asunto pendiente con su familia. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2011
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Lisandro Alonso no son nada fáciles: en esta retrata la ausencia. Cosa que conocen sus detractores a los cinco minutos de película cuando abandonan las salas donde se exhiben sus películas. Un marinero deja el mundo con el que ha vivido casi toda su vida y vuelve al universo que le vio crecer y huir. Desde esos otros mundos lejanos que ya nunca serán el suyo pese a serlo en el pasado. Abandona un barco, una casa sin destino fijo, y ese espacio del pasado lo forman los nevados exteriores. Lisandro Alonso siempre dice en sus entrevistas que sin lugar no hay película. Y precisamente siempre su mirada ha sido hacía el entorno que envuelve a sus protagonistas.
La puerta que cierra el protagonista antes del título del filme. Los jóvenes juegan a una consola, los mayores ya empezando el camino juegan a las cartas. Es el inicio del camino de una regresión y de regreso al pasado. Aquí no ha épica ni despedidas memorables… no hay nada. Simplemente el vacio que explora por el abandono del protagonista.

Como a todos los directores personalísimos y al extremo de la autoría cuando el premio suena, granizal lleva. Un desconocido al gran público como Lisandro Alonso es pateado y criticado hasta el insulto más visceral por seguir haciendo algo que siempre había hecho. Sus historias son fantasmas, sus guiones pocas hojas, su cine una mirada a sus personajes. No hay edulcorante ni ningún recurso más que el que reduzca la propuesta a la ficción mínima, apartándola así del documental. Rodada en un confín del mundo, en un lugar frío, invernal y triste para regresar al hogar. No hay efectismos ni abrazos porque la vida filmada no lo necesita.

Llámenle impaciencia o falta de contexto pero la cinta premiada en Gijón no es más que la enésima reducción de un cineasta al cine como imagen y sonidos diegéticos. El cinéma vérité reversionado por la contemporaneidad, de esa pregunta que se fórmula el director argentino habitualmente en su obra: ¿qué es el cine? No se trata de moldes actuales del cine de explotación o comercial, pensado únicamente como pasatiempos con lucro ni tampoco llevar a la perfección el concepto de montaje, guión y actuación sino de filmar. La liga de Lisandro Alonso es la misma que en mayor o menor medida han adoptado Albert Serra, Lucrecia Martel, Jaime Rosales, José Luis Guerín, Pedro Costa, Kelly Reichardt, Naomi Kawase, Jia Zhangke, Nobuhiro Suwa, Apichatpong Weerasethakul, Tsai Ming-liang, Gus Van Sant entre otros. Un cine tan inhóspito e insultante para el gran público como enérgicamente cautivador para otro mucho más pequeño y reducido y con peligro de extinción, como el protagonista y ausencia que retrata un cineasta insobornable en “Liverpool”.
Maldito Bastardo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow