Da lo mismo que los diálogos sean sobre la crisis mundial, del amor universal o la sodomización y una traumática muerte de la familia de los protagonistas a manos (y pies) de una manada de elefantes. El tono siempre será el mismo: totalmente plano. Ja Rule guiña mucho el ojo. No sé si por el alto consumo de sustancias ilícitas para aguantar a su compañero de rodaje o porque estaba en el guión. Sí, ese trozo de papel quien alguien defecó entre las sombras del thriller más macarra y menos inteligente.

En la película se busca el oro, y se trata de poner fin a un secuestro absurdo: si durante 20 años Lester McKenna, que ha escondido el oro, no ha soltado prenda va a hacerlo ¡¡¡ANTES DE MORIR!!! Mira que hay que ser tonto… o estar muerto cerebralmente para que algo de lo que ocurre en el metraje de “Al filo de la muerte” tenga sentido.

A Nia Peeples la hemos visto en la pequeña pantalla pero me gustaría que me recomendase su sombra incombustible y violeta de ojos para disfrazarme este año de Marilyn Manson… Y, por cierto, Seagal, recomiéndame a tu cirujano para anular mi contrato con el de Stallone.
La película se resume en que: todo aquel que interés vivirá y el que no morirá… Hamlet lo hubiese expresado con la mítica frase ser o no ser, esa es la cuestión, de escribir un guión o llamar a unas tiras de papel higiénico con frases con ese nombre.

Mejor momento: las porras eléctricas sirven como desfibriladores… aunque el único deseo sea aporrear con ellas a los responsables.