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Voto de Maldito Bastardo:
8
10 de noviembre de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine mudo, algún salto de eje, meritorio y premonitorio uso del contraplano en el montaje y pequeño clásico-referencia dentro de una época. Después de las dotes mostradas por el kammerspielfilm la adaptación de la novela de Felix Holländer ‘Der Eid des Stephan Huller’ sienta precedentes venideros.
El testimonio de un indultado al director de la cárcel supone una historia de amor y muerte arrastrados por los deseos más bajos de la pasión humana. Amor y celos son motores básicos de una historia que hace que un crimen no tenga descanso, perdón ni piedad después de un paso por la cárcel.
Se puede hablar de su empuje y virtudes visuales de un trabajo que plasma lo sombrío del alma humana en la misma puesta en escena y expresionista imagen. Otros verán los pensamientos pesimistas sobre un país plasmados en ese argumento tan trágico cuyo personaje es incapaz de enfrentarse de nuevo con la vida después de una tragedia que él mismo ha provocado.
“Varieté” es una sinfonía de primeros planos; ya sea en picado, contrapicado, con movimientos de cámara, con esos ojos que lloran hasta el infinito…
La moralidad es un punto clave de la cinta y realmente funciona como un trapecio. Balanceándose y realizando piruetas que pueden desintegrar a sus asiduos. Soltarse de la moral es morir o perecer en caída libre.
Pero destaca sobre todo la cámara híper-móvil, el uso del expresionismo, es sin lugar a dudas unos de los referentes y puntos álgidos del cine alemán mudo. Méritos tal vez del operador Karl Freund, que acabada de rodar junto a Murnau “El último”, y que convierte a la cámara en un personaje invisible de la historia.
Parecidos razonables o ‘esa cara me sonaba’: Emil Jannings, ganador de un Oscar, con Günter Lamprecht, actor que trabajó con Fassbinder en “Berlin Alexanderplatz”.
El testimonio de un indultado al director de la cárcel supone una historia de amor y muerte arrastrados por los deseos más bajos de la pasión humana. Amor y celos son motores básicos de una historia que hace que un crimen no tenga descanso, perdón ni piedad después de un paso por la cárcel.
Se puede hablar de su empuje y virtudes visuales de un trabajo que plasma lo sombrío del alma humana en la misma puesta en escena y expresionista imagen. Otros verán los pensamientos pesimistas sobre un país plasmados en ese argumento tan trágico cuyo personaje es incapaz de enfrentarse de nuevo con la vida después de una tragedia que él mismo ha provocado.
“Varieté” es una sinfonía de primeros planos; ya sea en picado, contrapicado, con movimientos de cámara, con esos ojos que lloran hasta el infinito…
La moralidad es un punto clave de la cinta y realmente funciona como un trapecio. Balanceándose y realizando piruetas que pueden desintegrar a sus asiduos. Soltarse de la moral es morir o perecer en caída libre.
Pero destaca sobre todo la cámara híper-móvil, el uso del expresionismo, es sin lugar a dudas unos de los referentes y puntos álgidos del cine alemán mudo. Méritos tal vez del operador Karl Freund, que acabada de rodar junto a Murnau “El último”, y que convierte a la cámara en un personaje invisible de la historia.
Parecidos razonables o ‘esa cara me sonaba’: Emil Jannings, ganador de un Oscar, con Günter Lamprecht, actor que trabajó con Fassbinder en “Berlin Alexanderplatz”.