“Klimt” no es un biopic al uso y disfrute de la mayoría del respetable. El filme de
Raoul Ruiz es poco convencional, lo que le deparará una inmediata división de opiniones entre los que piensen que es ‘rarito’ porque ha nacido así o aquellos que le cataloguen de ‘rarito’ y pretencioso para llamar la atención y pescar premios en festivales.

De director chileno tan sólo he visto “Genealogías de un crimen” que ni me convenció ni me pareció detestable. Era una película distinta y original pero de brillantez subjetiva, tan pedante y artificiosa como interesante.

Al igual que un diálogo que aparece en “Klimt” se define la propuesta:

- ¿Y a esto se le puede llamar arte?
- No se pueden romper moldes y que el pastel guste a todos.
- Lo que hace es romper moldes sin hacer ningún pastel.

Efectivamente Raoul Ruiz rompe moldes al ser la narración un juego caleidoscópico de oníricos recuerdos y visiones febriles y mortuorias que a veces se transforman en pesadillas. También juega brillantemente con una puesta en escena basada en espejos y distorsiones, con alguna planificación estupenda (un interminable travelling circular sobre una mesa y sus personajes que también giran), que le sirven para duplicar la realidad (homenaje a Méliès) con dobles e identidades indefinidas.

Pero al romper moldes pude que el pastel no guste a todos provocando cierta controversia: ¿excesivamente pedante y calculador? ¿O siguiendo la estela de Bergman y Fellini? ¿Biopic sin ceñirse completamente a los hechos? ¿Biopic que se mira demasiado al ombligo del creador y no del personaje?

Difícil es catalogar inmediatamente el arte y calcular su precio exacto. Las obras del autor de “El beso” se venden ahora por millones y pese a que resulta imposible suponer el valor en el mercado artístico de “Klimt” de Raoul Ruiz yo me atrevo con un seis sobre diez. ¿Alguien da más? ¿O menos?