Otra de tantas películas bélicas que, con toda injusticia, se conoce poco y ha sido maltratada por la crítica. Se dice que la historia es inverosímil, pero es típico de muchas películas que (como en esta) los alemanes sean más malos que la quina (y todos sabemos que a menudo fue así, en todas las guerras se masacran civiles pero la 2ª Guerra Mundial fue la única que se hizo expresamente para ello) y caigan como moscas (así no se entiende como pudieron ganar tantas veces).
De inverosímil, nada, en las guerras se hacen realidad las historias más increíbles. Los alemanes mataron a miles de civiles italianos solo por diversión pues les consideraban traidores (cuando la inmensa mayoría jamás había querido entrar en guerra a su lado) y fue mucho menos de lo que hicieron en sitios como Yugoslavia, Polonia o la URSS, donde muchos chicos tuvieron que hacerse soldados solo para sobrevivir y dar sentido a sus vidas truncadas con la venganza. Hoy día vemos niños-soldado en mogollón de sitios, convertidos en asesinos a edades en que nosotros solo pensábamos en caramelos, y a saber lo que nos habría pasado por la cabeza si hubieramos visto morir acribillados a nuestros padres. La guerra habría hecho el resto.
Por lo demás, es una buena historia, alejada de la típica hazaña bélica y con un magnífico trabajo de Rock Hudson (por entonces ya maduro, barrigón, bigotudo y volcado cada más en la TV, pero como siempre un actor genial) y una preciosa Sylva Koscina. Para redescubrir y darla el reconocimiento que merece.