Haz click aquí para copiar la URL
Sudán Sudán · Me la
Voto de hate:
7
Drama William Walker, un agente inglés, es enviado a Queimada, isla imaginaria del Caribe, para fomentar una revuelta contra los portugueses. Sin embargo, el objetivo de esta operación no es apoyar la independencia de los nativos, sino que Inglaterra sustituya a Portugal como potencia colonialista. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2014
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respondía Brando, el último gran Mito de la Historia del Cine, perplejo y sorprendido, después de que la prensa internacional anunciara su "resurrección" en 1972 con "El Padrino" y "El último tango en París", que él nunca había muerto, que en 1969 había realizado la que él considera su mejor interpretación en "Queimada", pero el problema era que no la había visto nadie.

Si bien es cierto que desde sus arrolladores años 50, con "Un tranvía llamado deseo", "Julio César", "Salvaje" (que ha envejecido muy mal) o "La ley del silencio", entre otras, no había cosechado ningún gran éxito comercial hasta su soberbia interpretación de Vito Corleone. En su filmografía, a la década de los 60 se le ha considerado generalmente como la de sus películas "menores".

Sin embargo, no es menos cierto, si dejamos atrás sus extravagancias, sus peleas con distintos directores y productores, y su dudoso acierto a la hora de elegir proyectos, que si bien sus películas durante de los años 60 no contaron con demasiado éxito comercial, salvando "Rebelión a bordo" y alguna que otra, no se puede considerar esta década como una interpretación "menor" del Mito. En la gran mayoría de ellas, salvo "Piel de serpiente" que es una porquería, las interpretaciones de Brando si no son magistrales, si son sobresalientes y en buena medida es la única razón que las mantiene vivas, incluso la fallida "La condesa de Hong Kong" de Chaplin, con quien también tuvo sus más y sus menos. Así títulos como "El baile de los malditos", "Morituri", "El rostro impenetrable", o "Reflejos de un ojo dorado", no se pueden considerar películas menores.

El problema es la concepción del cine que tenía Brando, quien, una vez alcanzada la fama, lo veía como una herramienta para luchar por los derechos sociales. En la década de los 60, volcado como estuvo por la lucha de los derechos civiles de los negros y de los indios norteamericanos (recordar que renunció al Óscar por "El Padrino" y en su lugar envió a Pequeña Pluma, puto amo), en más de una ocasión no acertó a elegir bien sus proyectos de cine-denuncia, como "Su excelencia el embajador" o "Sierra prohíbida", sin que por eso sean malas películas. El error fue que rechazó papeles mucho mejores. Las películas malas de Brando son las de sus últimos años, en los 90, que dan vergüenza ajena, incluso a él.

Sin embargo, Queimada suponía su papel ideal: denunciar el feroz colonialismo y defender la igualdad de derechos entre blancos y negros. Al frente, un director al que admiraba por su trabajo en "La batalla de Árgel", Gillo Pontecorvo. Pero el rodaje, como en varias de las películas de Brando, fue tortuoso. Sus enfrentamientos y su falta de entendimiento (no hablaban el mismo idioma) con Pontecorvo eran constantes, Brando se quejaba que directamente le hacía recitar pasajes del "Manifiesto Comunista" de Marx, y, como era habitual en él, quería darle su particular interpretación, ante la negativa del director, con lo que las escenas se rodaban una y otra vez hasta obtener el resultado que Pontecorvo pretendía. Brando se amontinó hasta que a todo el equipo de rodaje se le diera la misma comida, y no a los actores blancos mejor que a los negros, lo cual no tenía sentido en una película que denuncia precisamente eso. Previa huída a Los Ángeles, Brando regresó al rodaje con la promesa de Pontecorvo de que todos serían tratados por igual. A todas estas disputas, hay que añadir el calor insoportable de Colombia, donde se rodó la mayor parte de la película, lo que provocó que acabarán de rodarla en el norte de África. Pero no todo fueron malas noticias, porque como en Brando era habitual, se lo pasó de lo lindo con las mujeres autóctonas durante el rodaje.

A pesar de todas las desavenencias, el resultado fue una historia potente y una magnifíca actuación de Brando, para él la mejor de su carrera, aunque en algunas fases la película parece estar torpemente montada y rodada con mano temblorosa. Tampoco Ennio Morricone acierta con la banda sonora.

Y lo de la leyenda de que la película iba a ser de españoles, y no portugueses, pero que no fue así porque Fraga se opuso ante la amenza de cerrar el poderoso mercado cinematográfico español, es pura bazofia y marketing del Régimen. Nadie con dos dedos de frente sería capaz de imaginar al paleto de Fraga, que no sabía ni que se rodaba la película, ir a la productora a protestar amenazando con no pasarla en la cuatro salas de España en las que al final se pasó. Milongas.
hate
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow