Muy buenas las percepciones recibidas durante el visionado de esta película, y es que, al fin, un cineasta cubano habla de política sin hacer mención a la política.
No cita la política pero refleja que en Cuba hay clases sociales y que estas cada vez están más distantes.
No cita el bloqueo, o la ausencia del mismo, y sin embargo el padre del niño protagonista llega al aeropuerto internacional José Martí en un avión de Virgin Atlantic, inequívocamente USA.
El 1 de Mayo es tan solo un decorado en la cinta, un día que pasa desapercibido para los ciudadanos que habitan el barrio pobre detrás del cementerio.
En Cuba, en los barrios marginales de Cuba, que existen, hay delincuencia, y pandillas organizadas, pero también hay maestras honestas, y solidaridad y corazones nobles, real como la vida misma.
Cualquiera que lea hasta aquí, pensará que es una película hecha en USA, o en Santo Domingo (Azúcar Amarga), pero no, está hecha en Cuba por cubanos, con el apoyo del ICAIC,Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, por eso digo que es un punto de inflexión en el tratamiento del cine social en Cuba, esperemos que no se trate tan solo de un espejismo y que películas como esta tengan continuidad en una tierra que tiene el privilegio de ser peculiar, para lo bueno y para lo malo, diferente, quizás única en los inicios del siglo XXI.