Media votos
5,9
Votos
9.340
Críticas
260
Listas
20
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Juggernaut:
7
19 de julio de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western-denuncia de origen australiano, que relata el maltrato de los colonos, policía y gobierno australiano sobre la población aborigen de Australia. Casi un remedo o un calco tal vez, de lo que sucedía más o menos a la vez en Estados Unidos, con indios americanos y afroamericanos.
La historia que nos cuenta el film nos lleva a lo profundo del Outback australiano, en la persecución de un malencarado oficial de policía, un rastreador local, un cazador a sueldo y un joven policía no muy conforme con las prácticas de su jefe, sobre un supuesto asesino y violador como no… maorí. Un rastro de muerte, odio y destrucción, es todo lo que el grupo deja a su paso en su busca del perseguido, mientras se adentran más y más en territorios inhóspitos e inexplorados, en un viaje que acabara sumergiendo al grupo en una espiral de violencia que no parece tener fin.
Rolf de Heer, (Bad Boy Bubby, 1993), es el director, en probablemente uno de sus mejores trabajos. David Gulpilil, (La última ola, 1977), actor aborigen que encarna al rastreador, en una excepcional interpretación que incluso fue premiada en algún festival. Completan el reparto, Gary Sweet, (El proyecto de Alexandra, 2003), Damon Gameau, (Thunderstruck, 2004), y Grant Page, (Roadgames, 1981).
Interesante de principio a fin, con un impactante y especial recurso de no mostrar la violencia racial, más que a través de pinturas rupestres. A tener un cuenta su mensaje antirracista, y su denuncia del trato que recibieron, (y reciben) los aborígenes en Australia.
Gustara a los amantes de westerns tardíos y raros. A mi humilde juicio, película imprescindible del cine australiano de los últimos 15 años.
La historia que nos cuenta el film nos lleva a lo profundo del Outback australiano, en la persecución de un malencarado oficial de policía, un rastreador local, un cazador a sueldo y un joven policía no muy conforme con las prácticas de su jefe, sobre un supuesto asesino y violador como no… maorí. Un rastro de muerte, odio y destrucción, es todo lo que el grupo deja a su paso en su busca del perseguido, mientras se adentran más y más en territorios inhóspitos e inexplorados, en un viaje que acabara sumergiendo al grupo en una espiral de violencia que no parece tener fin.
Rolf de Heer, (Bad Boy Bubby, 1993), es el director, en probablemente uno de sus mejores trabajos. David Gulpilil, (La última ola, 1977), actor aborigen que encarna al rastreador, en una excepcional interpretación que incluso fue premiada en algún festival. Completan el reparto, Gary Sweet, (El proyecto de Alexandra, 2003), Damon Gameau, (Thunderstruck, 2004), y Grant Page, (Roadgames, 1981).
Interesante de principio a fin, con un impactante y especial recurso de no mostrar la violencia racial, más que a través de pinturas rupestres. A tener un cuenta su mensaje antirracista, y su denuncia del trato que recibieron, (y reciben) los aborígenes en Australia.
Gustara a los amantes de westerns tardíos y raros. A mi humilde juicio, película imprescindible del cine australiano de los últimos 15 años.