Este cuasi telefilm, no es de los peores que nos podemos encontrar de aquella época de los setenta en la que todo bicho que volase, reptase, nadase o ándase… estaba buscando a algún incauto ser humano que llevarse a la boca. El subgénero dio para mucho (y sigue dando), y casi todo malo, salvo contadas excepciones.
En este caso son nuestros amigos los perros, que debido a unos experimentos con ultrasonidos que se estaban haciendo en los alrededores del típico pueblo norteamericano en cuestión, al parecer, los mismos, les afectan neuronalmente y les vuelve agresivos, atacando a sus dueños y no dueños y formando una peligrosa manada de perros asilvestrados, que terminan por destrozar la ciudad.
Bueno… dicho así, suena a bazofia… pero lo cierto es que el suspense esta conseguido y de una pobre y rutinaria historia, se consigue un salvable producto, por el empeño del director en sacar partido al asunto. Dignas escenas en los ataques de los animales, aunque con un buen adiestrador esto es menos difícil, que trabajar con otro tipo de animales.
Su apariencia de telefilm se debe seguramente a que su director Burt Brinckehorf labro su carrera al completo en el medio televisivo, siendo esta, su única película para la gran pantalla. En el plantel destaca David McCallum, (Mosquito Squadron, 1969), al que acompaña Sandra McCabee, (La rosa, 1979), George Wyner, (La loca historia de las galaxias, 1987) y una joven y más tarde famosa por su papel como Sue Ellen en “Dallas” (1978-1991), Linda Grey.
Para aficionados a las películas de serie B de bichos malos de los setenta, al resto les entretendrá… como mucho. Eso si mantiene ese adorable aroma de serie B setentera que le confiere cierta dignidad.