Charlot patosea diversos oficios, con una fiebre de vicios.

Cuando Hollywood era la Florencia renacentista, la París impresionista de la Comedia del Cine Mudo, todos los trucos mímicos cómicos del vodevil que era un género menor entraron al Séptimo Arte por la puerta grande.

Charlot es el limpiador patoso de una sucursal de banco, con un director capitalista muy déspota, por supuesto también está enamorado de la secretaria que se deja querer por otro y que está fuera de su alcance, pero nadie sabe que van a atracarlo. ¿A qué ya saben lo que va a ocurrir?

Parte del encanto de este mediotraje es lo gracioso que es también Charlot enamorado, un poco desesperado.