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España España · PALMA DE MALLORCA
Voto de MILINKO:
9
Comedia. Drama. Romance Lars (Gosling), un joven muy dulce y muy tímido que vive con su hermano (Schneider) y su cuñada (Mortimer), lleva, por fin, a casa a Bianca, la chica de sus sueños. Lo malo es que se trata de una muñeca que compró en Internet, aunque él la trata como si fuera una mujer real. Aconsejada por una doctora (Clarkson) y con la intención de ayudarlo, su familia decide seguirle la corriente. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2008
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno siempre se pregunta ¿Cuál es el umbral que separa un problema emocional de una enfermedad mental?... Actualmente, no son pocas las personas que acuden al psicólogo y al psiquiatra para que "los ponga en su sitio" en caso de descontrol emocional o mental. Pero, la realidad es que esta última disyuntiva se convierte en problemática por culpa de lo extraño que pueda suponer una conducta determinada por parte de un sujeto (x).
El film "Lars y una hica de verdad" nos demuestra que si en las grandes urbes sustituyéramos el egoismo por la solidaridad habría menos enfermos en los manicomios y en las consultas médicas. El personaje de Lars encarna a la perfección el típico sujeto que por un trauma cualquiera no ha conseguido asimilar el rito de paso necesario capaz de dejar atrás lo nocivo de ese trauma. La razón de ello es que Lars sufre un bloqueo emocional al que muchos pondrían el nombre de enfermedad o enajenación mental. Pero, ¿Cómo puede un hombre estar enfermo mentalmente si realiza sus tareas cotidianas con normalidad, tiene sentimientos hacia los demás y razona correctamente? La razón, aunque díficil de ver, se halla en la "normalidad" del problema visible de Lars, a quien el exceso de soledad le ha provocado una confusión emocional que repercute en su manera de peribir la figura del ser amado dándole vida a lo que no tiene.
El director Gillespie, combina de un modo excepcional el dualismo Lars-pueblo, perfectamente intercambiable por el de problema emocional-normalidad. En este sentido, lo que el director intenta transmitirnos es que muchas de las conductas extravagantes de hoy en día son juzgadas despectivamente por su anormalidad lo que lleva a estigmatizarlas con la etiqueta "problema mental". En esta línea, Gillespie intenta decirnos que esas conductas extrañas encontrarían el camino de la emoción-y por tanto de la normalidad- si se tratase al enfermo en potencia como un no enfermo. Lars no necesita pastillas, ni un loquero, sino el respeto y el reconocimiento de un pueblo que, en lugar de darle la espalda, se inmiscuye al cien por cien en su pequeño trance de confusión. Es el reconocimiento de ese bloqueo emocional como algo normal por parte de los demás lo que a la postre impide que el protagonista se convierta en un adicto a los fármacos. Claro que, en toda esta terapia puesta en liza por el director, Lars no podría nunca alcanzar ese estatus de normalidad y por tanto ese tránsito hacia la autocuración si la acción no transcurriese en un pueblo. La pequeña comunidad en la que el protagonista vive, come, respira, trabaja, se emociona o se enamora, es crucial a la hora de ayudarle. Pues en una gran ciudad la escala de valores vela por la individualidad, con lo que la autocuración se vuelve más compleja.
En mi opinión, Gillespie, a través de Ryan Gosling, pone de manifiesto el eterno debate de la medicina mental, a saber: en muchos casos ¿ Qué hay enfermos o enfermedades?.
MILINKO
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