Bajo el indiscutible aspecto de una comedia sobre la guerra de sexos que sirviera para el lucimiento de la inusual pareja Henry Fonda y Olivia de Havilland –su única colaboración en la época del cine clásico- se esconde una muy interesante, bien que ligera, crítica a la censura en los ambientes académicos americanos en los años cuarenta y a su obsesión por el deporte por encima de otras metas.

Comedia y libertad de cátedra o individuo frente a masa son algunos de los asuntos que trata de dilucidar la película, lamentablemente diluidos por las limitaciones del momento, que anulan por completo su posible carga de profundidad lo que no excluye algunas escenas para el recuerdo - la fogata fiesta que recuerda la quema pública de libros de los nazis en los años 30 o el momento en que se recitan con orgullo patriótico los nombres de los jugadores de fútbol y todos sus nombres son claramente extranjeros o judíos-.

Confusa, por tanto, en sus intenciones el granado plantel de actores entre los que destaca la enorme y tranquila vis cómica de Henry Fonda en su papel de liberal de espíritu crítico, la chispa ligeramente decepcionante de Olivia de Havilland en un papel poco digno de su fabulosa carrera o el simpático papel de Jack Carson consiguen elevar el tono de un buen guion de partida de diluido lamentablemente en una comedieta que se deja ver, finalmente, sin demasiado entusiasmo.