Frank Lloyd fue uno de los grandes pioneros del cine de Hollywood con una extensa carrera que arranca antes de la primera guerra mundial y abarca cuarenta años de producciones cinematográficas entre las que sobresale el clásico “Mutiny on the Bounty” (Rebelión a bordo, 1935) -con la presencia estelar de Clark Gable y Charles Laughton-, la magnífica “Cavalcade” (1933), con la que obtuvo un Oscar a la mejor dirección, o la más que interesante “La muchacha de Salem” (1937) sobre los terribles juicios llevados a cabo en la ciudad norteamericana de Salem en 1692 por citar tan sólo algunas. Aquí Lloyd hilvana una decepcionante película sobre la Legión extranjera francesa en la Argelia colonial de final de siglo, que sufre los ataques del rebelde Sidi Ben Youssif. Pese a contar con una buena puesta en escena y unos cuidados escenarios es una producción sin grandes pretensiones, muy lejos de sus mejores obras. La siempre reconfortante presencia de Ronald Colman, aquí bastante desganado en su papel de misterioso cabo Victor, un hombre de elegantes maneras y oscuro pasado, comparte protagonismo con una pizpireta Claudette Colbert, lejos aún de sus grandes películas de los años 40 y una parsimoniosa Rosalind Russell un poco desubicada fuera de sus chispeantes e inteligentes comedias. No hay mucha química en ninguna de las parejas, los personajes están construidos sin grandes matices, de trazo grueso –véase el personaje de Victor McLagen-, hay muy poca aventura y demasiado romance insincero y cojo. Producto de consumo y digestión ágil simplemente mediocre.