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España España · Oviedo
Voto de Gould:
6
Musical. Romance Versión cinematográfica de la obra de Eugene O'Neill 'Tierras vírgenes' (Ah, Wilderness!) en la que Mickey Rooney interpreta a Richard Miller, un joven de un barrio de clase media de Danville, Connecticut, que vive con su familia y se enamora de la chica de al lado, Muriel. El padre de ella se opondrá a la relación pues el joven no dejará de compartir con su amada sus ideas revolucionarias. (FILMAFFINITY)
17 de octubre de 2017
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El gran director ruso de origen armenio Rouben Mamoulian, afincado en EEUU en los primeros años 20, se basó para realizar esta película en “Ah, wilderness” -una de las escasas obras del dramaturgo Eugene ONeill que no es un desaforado dramón- contando para ello con un cuarteto protagonista de lujo. Es una película entrañable con algunas canciones, pero que no puede ser adscrita al género musical sino más bien al conjunto de películas que celebran el modo de vida americano a través de la historia de una familia en la Connecticut de principios del siglo XX.

Rodada en technicolor con un gran sentido pictórico y artístico, gracias a la labor de Mamoulian y el fotógrafo Charles Scheonbaum, la película esconde un delgadísimo argumento dramático –el paso a la edad adulta del atolondrado protagonista, un adolescente interpretado por Mickey Rooney- limitándose a un conjunto de sketches, algunos más afortunados que otros, de la vida de una familia de clase media y donde la brillantez de Mamoulian permanece ausente, salvo en la divertidísima y técnicamente irreprochable escena de la charla sobre sexualidad del padre al hijo.

La película recuerda mucho, sin llegar a su nivel, a “Meet me in St. Louis” (Vincente Minneli, 1944) pero Mamoulian elabora un film mucho más coral, nada memorable en una carrera tan atractiva como la suya, limitándose a concertar con habilidad una serie de materiales que, en manos de otro director menos brillante, posiblemente habrían pagado el precio de un cierto tufo sentimental de trazo grueso.

El cuadro de actores es otra cosa y ahí no puede haber queja para disfrutar del portentoso trabajo de tres gigantes como Walter Huston, Frank Morgan –uno de los mejores secundarios de la historia del cine clásico- o Agnes Moorehead, sin menospreciar la excelente labor de Mickey Rooney, un actor capaz de lo mejor y de lo peor, pero de rara inteligencia para abordar papeles de jovenzuelo como el que aquí le ocupa.

Buenos sentimientos, inocencia, unas gotas casi inapreciables, nada molestas, de cursilería para una agradable y simpática propuesta que no aporta nada a la magnífica carrera de su director.
Gould
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