El director judío austro-húngaro de origen polaco aunque de cultura húngara Rudolph Maté –Rudolf Mayer de nombre real- fue uno de los más reputados directores de fotografía del Hollywood de los años 30 y 40. A finales de esa década comenzó a dirigir sus propias películas, ninguna de ellas considerada maestra pero todas con un nivel de corrección alto y en las que tocó varios géneros aunque demostró una afinidad especial por el cine negro de "serie B" teñido, en ocasiones, con elementos de melodrama. Esta película nos muestra, justamente, un pequeño pero atrayente melodrama, con ingredientes de cine negro, sobre una mujer que, agobiada por su infertilidad, atropella sin querer a un niño al que termina por adoptar para que pueda recuperarse. Maté se limita a relatar con eficaz y encomiable discreción este drama familiar de remordimientos, decantándose a ratos hacia el cine negro sin salir en ningún caso de una impregnación ligeramente folletinesca que, inesperadamente, no empobrece el resultado final del film sino que lo eleva por encima de la medianía a la que el propio guión parecía condenarlo, contando además para ello con la enorme baza de un soberbio trabajo de Loretta Young en uno de sus últimos papeles cinematográficos. Resultan curiosas las analogías que podemos establecer con “Europa’51” de Roberto Rossellini realizada ese mismo año, otra historia de remordimientos, en este caso por un hijo que se suicida, mucho más profunda y mucho menos consoladora que esta nada memorable pero digna propuesta, lastrada por algunas torpezas de guión, pero con unos convincentes resultados finales. Buen trabajo del niño Tommy Rettig.