Esta es una de esas películas que se pueden ver infinitas veces sin que llegue a cansar. Es una de las obras cumbre de Hitchcock y al mismo tiempo uno de sus mayores fracasos en taquilla. Probablemente no llegó a ser un fenómeno social (como "Psicosis" en 1960) porque transcurría en una sola habitación, donde se desarrollaba toda la acción; pero este es uno de los elementos que contribuyen a su encanto. Con poquísimos cortes de cámara (y con intentos de camuflarlos) se configura una obra en la que los actores tienen el peso argumental. La pareja protagonista (interpretada magistralmente por Farley Granger y John Dall) logra transmitir la cara y la cruz del asesinato: el remordimiento de conciencia y su falta total. Junto a éstos, se halla James Stewart, que como siempre, hace una buena actuación.
spoiler:
Stewart en esta ocasión interpreta a un criminólogo que descubre el crimen de la pareja antes citada. Al ver esta película, sentimos una grandísima tensión: ¿Abrirá alguien el arcón? ¿Descubrirán el cadáver? Y eso que éste nunca se ve. La decisión de uno de los protagonistas de trasladar la cena al arcón hace que la tensión aumente significativamente: su novia pregunta por el fallecido; sus padres también.
"Qué fácil es matar a un hombre, ¿verdad?" dice uno de los protagonistas. Hitchcock dixit.