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Voto de Cristian Crucianelli:
9
Drama Oleg es un paramédico de ambulancia de poco más de 30 años que realiza su trabajo con talento y dedicación, pero que bebe en exceso. Su mujer Katya es enfermera en la sección de urgencias del hospital. La película comienza con la fiesta de cumpleaños del padre de Irina; Oleg acaba completamente ebrio, y Katya le escribe un mensaje, diciéndole que quiere divorciarse. De manera paralela a su relación, asistimos a cambios en la reforma de ... [+]
13 de marzo de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza bajita, casi boba. Preguntándote qué vas a ver. Cine vas a ver. Debés esperarla, porque la película misma te espera.
Es áspera, como la vida. Porque de eso se trata: de la cotidianeidad, la desesperanza, el brillo, la embriaguez, el amor, la opacidad, la locura y todo aquello que trae consigo estar transitando tu propia existencia o la de Oleg o la de Katia o la cualquiera de su entorno. La tuya, y la mía también.
La película tiene una trampa: pareciera que cada actor o actriz fueran elegidos a la perfección en cada uno de sus roles. Salvo su principal protagonista. Parece que no encaja. Una mala elección en el elenco. Hasta te preguntás si no es una burla que Oleg fuera interpretado por lo que parece (quizás lo es) un actor cómico. Y pasás de largo a medida que transcurre la cinta. Te sorprende en sus extremos, en su capacidad de ser tan grande y tan pequeño a la vez. Como lo es Oleg y cualquier Oleg de este mundo. Acertadísima y riesgosa elección que recae en el actor (ruso) Aleksandr Yatsenko, vistiendo su piel. ¡Qué decir de Irina Gorbacheva actriz (ucraniana), su compañera!
Rusia y Ucrania, ay, ay, ay...!!!
Puede que la dejes a poco de empezar a verla o incluso la destruyas por su aparente insipidez. Es que enfrentarse con realismo a 'el realismo' que nos describe, así, de manera simple, sin grandilocuencias ni golpes de escena a los que nos tiene acostumbrado la industria de este arte que es el cine, dominado por el éxito y el fracaso (esos dos impostores en palabras de Rudyard Kipling), donde el éxito depende, en la mayoría de los casos, de cuantiosas sumas de dinero y mucho, algo o insuficiente talento. Y el fracaso, de no ser conocida y perderse en pasillos de las salas de cine o en los de un hospital. ¿O acaso nunca te perdiste en algún lado? Cualquiera. En un lugar lejano o en tu propia casa. O perdido dentro de vos mismo.
Así lo hacen una y otra vez los seres de esta historia; cada uno de ellos, en un infinito que comienza y parece terminar cada día. Pero sólo lo parece.
La película no termina, y no lo hace, porque no debe terminar. No la creerías si tuviera un final. Porque es la rueda en que, como un hámster, si te detenés, te caes.
Cada uno de sus roles los representa un actor o actriz que no te lo crees que sean artistas, porque hay un empeño claro desde su director Boris Khlebnikov (el de 'Caminos a Koktebel') de hacerlos reales, toscos, tontos, santos y sobrevivientes. No actúan. Sus personajes duelen las vidas que te cuentan, porque no les queda otra que vivir. La vida es gloria y crucifixión. Crucifixión y gloria.
No la evites. Porque tanto la vida como la película te y lo merecen.

Cristian Crucianelli
Bs. As.
Cristian Crucianelli
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