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Voto de Archilupo:
7
Drama Película que explora el dolor inexpresado de una familia que ha perdido a uno de sus hijos. En un caluroso día de verano, durante la celebración del festival anual de Jizo, dos hermanos gemelos echan una carrera para llegar a casa. Pero uno de ellos desaparece por el camino, como si se hubiera desvanecido... (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2010
46 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza cuando la cámara entra en una casa y se mueve nerviosa por sus habitaciones y patios. Busca, husmea, con algo animal en el afán; indaga de dónde salen unas voces, quiénes emiten esas voces.
Primero el sonido, luego un reflejo en una ventana, luego ellos: los hermanos gemelos, ese día en que a uno de ellos le da por correr, y al otro por seguirle pegado. Y, de pronto, el que va delante desaparece, a la vuelta de una esquina, en una calleja, como si se hubiera desintegrado.
Desaparecido, esfumado.

No se volverá sobre esa desgracia traumatizante, y cuando unos policías se presenten para comentar sus investigaciones no se les verá. Fuera del cuadro, sólo se oirán sus voces, procedentes de otra habitación.

Los años pasan y en la familia no parecen reaccionar. El dolor se adivina pero tiene contorno impreciso. La sensibilidad oriental late de otra forma, con otro pulso. Permanecen quietos, relativamente impasibles. Es la cámara la que se mueve sin cesar, en todo momento nerviosa.

El hermano superviviente dibuja a su prima, la lleva en bici por el laberinto de calles estrechas entre las casas bajas y los patios ajardinados de la barriada donde viven.
La madre se prepara para el nacimiento de un nuevo hijo. El padre se entrega a la organización de un festival de danza y afirmación vital, una oportunidad para el brillo.

El hermano superviviente vuelve una y otra vez a la esquina de la desaparición, la esquina de las caléndulas. No consigue entender lo ocurrido. Pinta en un lienzo al desaparecido.

Con grandes ideogramas, el padre representa las nociones de ‘Oscuridad’ y ‘Luz’. Cultiva flores en silencio y se esfuerza en aceptar las cosas como son; en continuar embarcado en la vida, que sigue su curso.

Con sensibilidad muy apartada del apasionado desgarro occidental, “Shara” insiste en señalar que cuando llega una desgracia terrible el dolor no se puede evitar, pero el sufrimiento sí.
La íntima dificultad de ese proceso de evitación es lo que relata.
Archilupo
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