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Voto de Archilupo:
6
Terror Las radiaciones procedentes de un satélite provocan un fenómeno terrorífico: los muertos salen de sus tumbas y atacan a los hombres para alimentarse. La acción comienza en un cementerio de Pennsylvania, donde Barbara, después de ser atacada por un muerto viviente, huye hacia una granja. Allí también se ha refugiado Ben. Ambos construirán barricadas para defenderse de una multitud de despiadados zombies que sólo pueden ser vencidos con ... [+]
25 de febrero de 2010
28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película refundadora del género popular de zombies caníbales, los temas de ultratumba que se venían tratando con estética de aire gótico dan un fuerte giro social. Desaparecen las grandes mansiones destartaladas y el escenario es el mundo corriente: pequeñas poblaciones, urbanizaciones de clase media. De la noche a la mañana, los vecinos se convierten en antropófagos. El muerto viviente está ahí mismo.

En lo que tiene de metáfora de la sociedad, habla de un individualismo extremo y paranoico. Se ve a los otros como homicidas sin conciencia, literalmente desalmados.
Un subconsciente desesperado conecta con el tipo de terror que propone la película. Una conexión de esponja, que convierte en pánico la menor aproximación de un vecino.

Las víctimas ni siquiera tienen trazas de heroísmo con que enfrentar al mal que se presenta en puro estado salvaje.
En la escena inicial, un necio cuenta historias de miedo en el cementerio, donde rayos y truenos preceden a la aparición del primer zombie, una especie de frankenstein poseso.

El toque técnico-científico es muy elemental: unas ligeras explicaciones por TV, aludiendo vagamente a un accidente durante un programa experimental. Lo demás es persecución y agobio, acecho creciente. Los protagonistas, en estado de shock, atolondrados, no saben huir, sienten fatal atracción por lo claustrofóbico y sepulcral.

La película no disimula su tosco amateurismo formal. Al contrario, lo potencia y lo convierte en baza favorable. Tampoco disimula los trucos, el abundante efectismo, la exageración de lo tremendo, que funciona. Contraluces, iluminaciones desde abajo, sombras en la cara, estridentes ‘tutti’ orquestales…
Los zombies están siempre cerca y no cejan. Y eso que, en su avanzar patizambo, nunca llegan a correr.

Que pese a su tosquedad esta película ejerza tal fascinación en el espectador seguramente se debe al mensaje subliminal (que el subconsciente se cree a pies juntillas) de que vecinos y conciudadanos son en realidad unos caníbales contagiosos.
Archilupo
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