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Voto de Archilupo:
8
Drama Un matrimonio esconde un oscuro pasado: durante su juventud en los años 60 fueron militantes de un grupo radical violento. Un atentado con bomba, que causó varios heridos graves, los ha obligado a vivir clandestinamente y a cambiar continuamente de domicilio y de nombres para evitar ser localizados por el FBI. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2009
40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se suele dar por supuesto que la familia opresora, la que aísla de la sociedad a sus miembros, es la ultraconservadora, que controla con quién salen los chicos, qué dicen y piensan, que examina y pone pegas a las amistades, que dice en todo momento qué hacer y qué no, pero en esta película se muestra un caso paradójico: la familia tiránica y alienante es la de un matrimonio de activistas revolucionarios, antiburgueses.

Vemos a unos niños vigilar movimientos de coches, cruzar avisos en clave, salir a la carrera por el jardín trasero, pero no están jugando a espías: están actuando como servicio de seguridad de sus padres, a quienes busca el FBI. Y cuando se descubre a los agentes al acecho es hora de huir, una vez más.

Lumet tiene oficio y no quiere cargar tintas dramáticas, así que usa a menudo planos muy abiertos, tomando de lejos a las figuras, aunque cercanas y claras sus voces.

Huir: cambiar de estado, de furgoneta y de identidad, llegar a poblaciones desconocidas, sin familia ni amigos, buscar un empleo cualquiera…

Años atrás, los padres pusieron una bomba en una fábrica de napalm, protestando contra la guerra vietnamita. Imprevistamente, un empleado quedó malherido, y para evitar la cárcel iniciaron una fuga sin fin, en vida errante, de un estado a otro sin dejar rastro, adoptando identidades de fallecidos.

El padre a sus hijos, con maneras de sargento: “¿Cómo me llamo ahora? ¿Y cómo se escribe?”.

Los hijos, adolescentes, deben ir al colegio, aunque carezcan de expediente. El mayor, Danny (River Phoenix, que brilla en papel a su medida), tiene talento musical heredado. Llama la atención del profesor, y de su hija Lorna, con quien congenia. “Eres muy raro”. “Estás pirado”. “Eres muy sorprendente”.
—No transmites mucha información, ¿sabes?
—Lo siento.

El apoyo del profesor, que en condiciones normales se valora muy favorable, causa alarma en la extraña familia: amenaza su camuflaje. Ahí las grandes tensiones.

Es el conflicto inherente a un grupo cerrado, con padre autoritario, cuadriculado, estalinista. No quiere educar a los hijos para que se realicen como personas y se desenvuelvan en una sociedad de la que se declara enemigo, sino para que le sirvan de apoyo en la vida clandestina.

Con narrativa fluida, y mediante planos distantes, el sabio Lumet evita la sobrecarga, aleja al espectador y lo enfría, reservando los planos cortos y la cámara estática para las secuencias decisivas, de las que extrae una emotividad concisa, intensa, de oro.
Archilupo
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